Ayer noche yo estaba en Poblenou, en casa de mi amiga Laura, celebrando el cumple de Gemma. Estábamos en el patio interior, tranquilamente. Era una tarde de fiesta, porque ayer era 12 de Octubre, según algunos el día de la Hispanidad, una chorrada como cualquier otra, para la mayoría una excusa para tener un respiro en medio de la semana laboral.
Pues bien, estábamos, como digo, muy tranquilitas preguntando al Tarot, cuando, de repente, empezamos a escuchar griterío desde la calle. Lo primero preguntarnos si hay fútbol, porque cuando juega el FB Barcelona también se oye jolgorio zombi desde el patio. Entonces nos pareció oir más bien gritos reivindicativos: "Es una manifestación", dijimos. Hasta caer en la cuenta de la fecha y entender las consignas que nos llegaban: "Fora feixistes del nostre barri" y esas cosas. Y en cuestión de segundos: CRASH, POOOM...y demás onomatopeyas. Vidrios rotos, sonido de persianas sacudidas y varias voces unidas en un OOOOOM tipo ejército de orcos, como en una pequeña guerra de trogloditas. Y nosotras ahí sin ver nada, sólo con el sonido recibido, imaginando lo que pudiera haber ocurrido realmente. Cuando Gemma y yo salimos a la calle a buscar el metro para ir al ensayo nos encontramos con una visión postnuclear. Un montón de vecinos dispersados comentando la jugada. Y las calles de alrededor de la parada del metro de Poblenou sitiadas literalmente por furgones policiales y antidisturbios con sus mejores galas. Una pareja de inocentes viejos intentó a la vez que nosotras entrar al metro. Pero los trabajadores del subterráneo, tras las barras de la puerta metálica, nos explicaron que el metro, en todo el barrio, estaba cerrado. O sea, para salir de Poblenou, tuvimos que ir hasta El Clot. A mí me pareció exageradísimo. Cada año por la misma fecha pasan cosas parecidas, es la cita anual de unos antiguos enemigos entre sí, y quedan para darse de óstias, un entretenimiento bastante estúpido que no tiene demasiado interés para el resto de ciudadanos a los que se la rempampinfla tanto la Hispanidad, la alemania nazi, la España de Franco como la obsesión justiciera skinkumba, por ponerse la cara morada entre sí. La verdad es que si quieren pegarse no encuentro problema, pero sería más práctico que quedaran en un descampado y se mataran, si quieren, sin manchar el asfalto ni molestar a los demás. Batalla campal, desahogo de adrenalina, afirmación de identidades, y luego la Seguridad Social, que pagamos entre todos y que nos están quitando impunemente, ya les coserá las heridas en el cráneo. Iríamos más rápidos si, antes de salir a hacer el ridículo por la ciudad, fueran directamente al psiquiatra a por unas pastillitas.
Luego nos enteramos de que en un bar de moteros que hay por ahí se había organizado un conciertillo nazionalista. Da miedo pensar en coincidir con ellos en el metro a la vuelta a casa. Imagino que volverían todos borrachos, enardecidos por haberse encontrado entre ellos, pues ya no quedan muchos cerebros de esas características, y a mí, por ser morena, por ser mujer, por ser diferente, ya me habrían dado el susto. Y la verdad, todo el mundo tiene derecho a pensar y a expresar lo que le de la gana pero, como dice mi compañera de piso, Anna, ser nazi es como para serlo a escondidas. Así que no puedo evitar en parte sentirme agradecida a Antifascistas y Pasma por haberme librado de un momento incómodo. A pesar de que mi convicción absoluta en la Libertad de Expresión me obliga a aceptar que unos cuantos puedan quedar a celebrar una fecha con un concierto sin que nadie se lo impida.
El despliegue policial alrededor de estos hechos fue ayer espectacular, desmedido. En vez de una reyerta entre bandas, parecía que hubiera habido un atentado. Exagerado. La vecindad flipaba. Y una no puede evitar pensar que tal efecto teatral es una demostración de poder y bondad de cara a las manifestaciones del día 15 de Octubre en Barcelona. Si la ciudadanía sin demasiadas inquietudes políticas pero jodida igual por la crisis y por las injustas medidas de los gobiernos, bancos y otras empresas planetarias, se siente tranquila hoy en manos de sus protectores, el sábado 15, si hay algún pequeño altercado sobredimensionado luego por los medios de comunicación, irán a favor de la Policía, o sea, del Poder. Y voilá. Ya han girado la tortilla. Lo que no entienden es que, a estas alturas, la ciudadanía ya comprende estos mecanismos.
Por otro lado, pienso que la acción correcta de la pasma hubiera sido ayer simplemente garantizar que los cuatro nazis que quedan no se desmadraran más de la cuenta desplegando discretamente efectivos en puntos clave de la ciudad. Porque al final la cosa va en contra de ellos mismos. Al detener a los antifascistas, que, seamos justos, intentaron impedir ayer la libre expresión de otras personas, lo que están demostrando es que están al lado de los nazis. Quieran o no, es lo que parece. Ayer a mí un antidisturbios, que me produce exactamente el mismo miedo atávico que un nazi, me dijo que estaban allí para impedir que hubiera muertos. Complejo de Batman, pensé yo. A mí no me importa que se maten entre ellos si es lo que les pide el cuerpo. Lo que me importa es que a mí no me afecte.
Así que mi conclusión para el 12 de Octubre de 2012 es que el ayuntamiento de Barcelona busque un enclave aislado, grande y al descubierto, algún solar o descampado y lo ponga a disposición de ultraderechistas y antifascistas. Que queden a una hora y se den unas cuantas palizas. Cuando acabe el asunto, fuegos artificiales. Y al día siguiente, sangrientas y suculentas noticias para la prensa. Al fin y al cabo no es más que otra tradición para idiotas colgados del pasado. Y así "tots contents", la ciudad puede disfrutar de su día festivo sin altercados que afecten a lo personal, la poli puede sacar a paseo sus flamantes uniformes, y las bandas pueden sacar la adrenalina que llevan contenida.
Y para acabar, cambiar la celebración "Día de la Hispanidad", como hicieron los romanos y también los cristianos cuando una religión pasaba de moda y era sustituída por otra, por "Día de descanso laboral y escolar" y entonces sí lo celebraremos. Aquí ya nadie se siente Hispano, estamos todos mezclados, somos Terrícolas.
Tienes toda la razón, amiga. Pero es pedir inteligencia a las patatas.
ResponderEliminarEs muy posible. Pero tengo confianza en el cerebro humano.
ResponderEliminarEl cerebro del humano está lleno de cosas que poco tienen que ver con la inteligencia, mas bien con la supervivencia...pero puede evolucionar, quien sabe.
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