Hoy estoy contenta. No sé, algo me dice que no es tan difícil ponernos de acuerdo.
O al menos esa es la señal que me llega de mi entorno inmediato, me refiero a amigos, familia, conocidos y amigos de las redes sociales. Que, algunos más exitosos o suertudos que otros, pertenecen en su clara mayoría a un grupo de nivel económico de llevadero a soportable, aunque con dificultades; de nivel educativo medio, más bien por culpa del sistema que por sus buenas capacidades, pero bastante informados e incluso cultos¨a pesar de todo; y de nivel vital en ritmo de crecimiento hacia edades adultas que no son tan desgaradables como pensábamos. Es decir, el entorno que me transmite la sensación de optimismo y esperanza es gente que está intentando hacer de sus vidas algo interesante, buscando la felicidad propia, un camino que inspire, un algo con lo que se pueda convivir. Y estoy contenta porque pienso que si somos capaces de aspirar a la mejoría, si somos capaces de transmutar convicciones, dogmas aprendidos, deseos, pensamientos, para adaptarnos mejor a nuestro alrededor estando a gusto con nosotros mismos pese a las aflicciones, las escaseces y la mala suerte, también seremos capaces, e incluso rápidos, en pasar a la acción si el planeta nos necesita.
A veces pienso que pienso como uno de esos frikis del gran advenimiento de los OVNIS. Conciencia planetaria. Un mundo sin fronteras. Robots para hacernos la vida mejor. Una megacomputadora que gestione equitativamente nuestros recursos. Un lugar donde todo el mundo tenga un hogar decente. En el que las enfermedades tengan cura y podamos aspirar a una vida más larga y más resistente. Y ya, de paso, teletransportación.
Bueno, pues yo pienso así.
Y también aprendo mucho de los demócratas que tienen fe en lo común público, de los señores y señoras de antes que se debían fidelidad y compañía para toda la vida, de los nacionalistas que aman con posesividad, de las chicas monas que no saben de política pero sí mucho de arte y de la amistad, de los anarquistas antiguos y su abrazo a la Tierra, de los asamblearios que sacrifican su tiempo a la causa, de toda aquella persona que siente el latido y el impulso de estar vivo e intentar hacerlo bien.
Claro, yo no tengo ningún contacto con estrellas del rock, de la política, de la religión, del cine, de la tele, con multimillonarios, top-models o deportistas. No conozco a nadie que no sea de en medio. Y si en lo horizontal las cosas prometen, desde mi vertical no veo el cielo poblado de muchas estrellas resplandecientes, si no de gente que está colgada de globos que nosotros sostenemos. ¿Qué pasaría si los hilos se soltaran? Sólo pregunto. No me veo capaz de prescindir de cosas que me gustan mucho y que son productos generados por nuestro sistema económico. Pero creo que hago bien en no lanzarme a lo loco a poseer todo lo que me venden.
Y si miro hacia abajo de mi vertical, lo que veo es a seres humanos que deberían tener la oportunidad de decidir por sí mismos, que es lo que necesita esta especie para avanzar hacia el siguiente paso. Y no me siento culpable de su precariedad porque yo no nací en ningún sitio donde se puedan cambiar las cosas de verdad. No tengo poder ninguno. Sólo opinión y la lengua larga. Y un dedito aficionado al "Compartir".
En fin, lo que quería decir es que veo a la gente capaz de ponerse de acuerdo, de dejar a un lado las emociones particulares, las recillas pueblerinas, e incluso arremangarse si hace falta, que no se nos caerán los anillos por dejar de mirarnos el ombligo. Escuchándonos unos a otros las verdades saldrán solas.
Los músicos sabemos de esto, es imposible tocar algo juntos que suene agradable si no escuchamos los ritmos y melodías que está tocando el otro, y las combinaciones individuales dan lugar a una sola voz que es la canción, cargada de las distintas aportaciones, perfectamente audibles por separado, pero sonando como una sólida estructura.
Los músicos sabemos de esto, es imposible tocar algo juntos que suene agradable si no escuchamos los ritmos y melodías que está tocando el otro, y las combinaciones individuales dan lugar a una sola voz que es la canción, cargada de las distintas aportaciones, perfectamente audibles por separado, pero sonando como una sólida estructura.
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