Para mí un artista no es más que un ser humano que trasciende la realidad usando materias a su alcance. Una vez escupida la obra, ese ser humano, seguramente mientras maquina la próxima, se sienta, ilusionado de manera infantil, a esperar la respuesta de sus congéneres. Si no conmociona, golpea, afecta a los demás, el artista se pone muy triste. Porque aunque sus capacidades sean extraordinarias, en su fuero interno suele ser, arriesgándome a la generalización por la patilla y basándome en mis conocimientos circulares, una persona que necesita el aplauso que, como explicó Marvin Harris, no es más que la expresión no verbal de un abrazo. Es decir, el artista busca el gran abrazo, la aceptación, la aprobación, la certeza de que lo que ha parido va a ser amado por los demás. Y aunque los demás vean la obra como reflejo de la emoción propia, el artista espera que el público respete el origen, las manos que han moldeado lo admirado. Y ahí está el problema básico de la autoría. El artista suele ser orgulloso, exibicionista y bastante egocéntrico, características que, llevadas con humor, no son tan malignas si derivan en algo bello y disfrutable. El artista quiere vivir para siempre, ser inmortal, que sus obras le sobrevivan, porque no soporta morir, desaparecer, ser olvidado. Yo no creo en el artista como obrero. Un artista que se ve a sí mismo como un humilde trabajador es un farsante, en todos los sentidos. O simplemente es la pose que ha escogido para encontrar esa aprobación, para ser abrazado por quienes se ven reflejados en él. En esta sociedad mercantilista, el sustituto del abrazo es el dinero. Cuanto más recauda el artista, más público amante cree tener. Y eso es una mera distorsión.
Sí, has descrito bien al artista, pero ten en cuenta que tu también lo eres, pues escribes en este blog, así que, como has generalizado, debo suponer que tu también buscas exactamente eso ¿O me equivoco? No pretendo reprenderte ni refutarte, pues creo que tienes razón.
ResponderEliminarSí claro, busco el aplauso y el abrazo, desde que era pequeña. Y ahora que soy una niña mayor, lo comprendo. Un silencio es, para un artista, el eco de la soledad.
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