Los niños y niñas hasta los cinco años son educados en la cooperación y pasan al siguiente ciclo hablando de tres a cuatro idiomas dependiendo de la zona. A partir de los seis años la cosa se intensifica, se trata de alentar a cada individuo en las cosas que mejor se le dan para que luego tenga la oportunidad de elegir especializarse en algunas de ellas y aprender el mecanismo de todas, a la vez que se les educa en la realidad...por ejemplo: el deporte no es una asignatura, aunque usen casi el mismo sistema de evaluación constante que en la Tierra, si no que de bien pequeños tienen la gimnasia corporal como una costumbre que dificilmente abandonarán más adelante. Y se da igual importancia a las aptitudes artísticas que a las de memoria que a las de cálculo, pues todas las habilidades tienen un lugar en el futuro de la especie humana. Esta fase educativa se prolonga hasta los doce años, aumentando su nivel de dificultad a medida que los alumnos la demandan. Hay que decir que el profesorado de Mercurio está seleccionado seriamente a partir de su empatía, imaginación y, sobre todo, vocación. Y claro, sus sueldos les permiten una vida lo suficientemente agradable como para que su vocación encuentre un lugar. En Mercurio una escuela no es ni un párking ni una familia postiza, si no que es lo que debe de ser: una ayuda para que los cachorros humanos transiten con información hacia la etapa más larga de sus vidas, que será la madurez.
A partir de los doce años la educación se especializa procurando ofrecer a cada alumno lo que sus características demandan, facilitando utensilios, herramientas, físicas o mentales, para que el ser humano se desarrolle en plenitud en esa tan corta y energética edad que el baile de hormonas provoca hasta la plena juventud. Las asignaturas troncales se basan de nuevo en la practicidad, ubicando al alumnado en la realidad que viven y dejando las teorías para más adelante. Por ejemplo: las clásicas matemáticas desaparecen en la educación mercuriana, a excepción de los alumnos que evidencian una clara aptitud para esa materia, pasando a ser, así lo llaman, Números Cotidianos, una asignatura que todos cursan y en la que se les enseña a bregar con el lenguaje numérico al que se van a enfrentar en la vida cotidiana y también a entender el sistema económico en el que están envueltos, de manera que tengan la información básica para manejarse en el futuro en los distintos mundos y puedan, incluso, variarlo a mejor.
De los 15 a los 17 años de edad, en Mercurio el sistema educativo se reparte en infinidad de áreas especializadas que van desde la mecánica a la robótica, desde el periodismo al Arte, desde la artesanía al diseño industrial y perfectamente compatibles entre sí, de manera que un alumno o alumna puede aprender a pìlotar un avión, costura, cocina japonesa, historia del cine, filosofía básica y piano en tres cursos. Si se decanta por alguna de estas profesiones se especializará aún más en los años que vienen, y lo demás serán recursos efectivos en el caso que cambie de opinión o le surja alguna oportunidad en la madurez.
A los 18 todo mercuriano y mercuriana es becado para viajar por el mundo, adecuadamente informado de la sexualidad humana, para aprender a vivir en lugares distintos, espabilarse en el mundo, expresarse en su máxima plenitud, conocer lo diferente y, en fin, entre nosotros, ponerse las botas en los placeres, y a veces penurias, que la vida adulta les depara, o sea, liberar sus hormonas y pasárselo en grande. De los 18 a los 19 o 20 años, según el caso, ningún habitante de Mercurio accede a una escuela, si no que son empujados a la vida, a caer del nido y a volar.
A partir de ahí, el mercado laboral se abre a sus mentes frescas y entran como aprendices en los más variados oficios. Y si son de aspiraciones intelectualmente elevadas o sienten vocación hacia servicios sociales que requieren detallados conocimientos, tienen acceso, al igual que cualquier habitante de Mercurio mayor de 20 años, a la Universidad.
Las Universidades de Mercurio son curiosísimas. En ella una puede encontrar la más diversa de las personalidades, de cualquier edad, inquietud y origen. Hay dos ramas bien diferenciadas en las Universidades Mercurianas: las técnicas y las teóricas. El profesorado vive en las mismas instalaciones universitarias, de manera que la vivienda ya no es un problema y pueden dedicarse por entero al placer de enseñar lo que se sabe. Un aplicado alumno de medicina, por ejemplo, puede asistir también a las graciosas clases de filosofía de una encantadora escritora, entrada en años, cuya experiencia vital ha sido suficiente para elaborar una inteligente trama sobre la existencia. O una alumna brillante de Literatura puede verse fascinada por las enseñanzas de un magnífico herbolario experto en botánica (probablemente para escribir sobre ello). Así una persona pude interesarse por varias cosas a la vez y aprender sobre ellas. No hay límite temporal de estudios en las universidades mercurianas, si no que una persona puede estar en perpétuo aprendizaje mientras ejercita sus conocimientos en un trabajo de 6 horas (más horas de trabajo son consideradas explotación en Mercurio, como ya explicaremos en próximas crónicas).
Así pues, Mercurio, sigue siendo un bonito ejemplo de lo que podría ser la Tierra si el mercantilismo, la eficiencia obrera y la falta de miras al futuro no hubieran embadurnado nuestras ideas. Seguiremos informando.
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