Bueno, ya han pasado las elecciones generales y tal. El experimento ha sido fallido, aunque no desalentador. El panorama de la derecha abriéndose terreno es preocupante. Lo de la Ley del Péndulo es lo que tiene. Para romper la cuerda y cambiar esa ley, hay que seguir serrando.
Aquí en Barcelona la gente está asustada. El futuro pinta negro. Nos dicen que los recortes son necesarios mientras sus estatus no se tambalean. Y estoy segura de que la población, si oliese a acto justo, sería muy capaz de ajustarse el cinturón si hiciera falta. El problema es que esa petición se impone como una obligación y nada en sus esferas parece indicar que los más grandes chupópteros van a dejar de mamar de la Gran Teta. Así que la gente se mosquea, como es natural.
Lo más irónico es que suben las tarifas de lo prescindible y atacan a la yugular de los pilares sagrados de una civilización sana: vivienda, educación y sanidad. El trabajo, que en principio sirve para acceder a todo eso, también escasea. Todo esto debería mosquearnos lo suficiente como para pensar en hacer algo elegante que ponga en un brete a quienes generan esta decadente situación.
Votar a partidos pequeños, abstenerse de manera racional, reunirse en las plazas de los barrios, impedir desahucios, hacer videos de Anonymous, asociarse de mil maneras, expresarse en las redes sociales, crear convocatorias, charlas y debates, manifestarse o hacer caceroladas ha sido muy útil y lo seguirá siendo, porque de alguna manera tenemos que darnos cuenta de que somos muchos. La participación en La Red es nuestro mayor apoyo y ha sido la plataforma que estábamos esperando, seguro que nos depara más sorpresas a medida que vayamos descubriendo como usarla a nuestro favor, pero de vez en cuando hay que hacernos ver y vernos, para hacer patente nuestra fuerza y para comprobar que no estamos aislados en grupúsculos tras las pantallas.
Pienso que la avaricia, la estupidez y el egoísmo del que hacen gala los grandes poderes no debe ser impedimiento para seguir buscando alternativas, para seguir insistiendo en hacer realidad nuevas ideas, además la lógica no nos va a dejar hacer otra cosa. Cualquier persona estaría de acuerdo en conservar el planeta y aprovechar sus recursos con inteligencia, y cuidar a sus especies, sobre todo a la nuestra, trabajando entre todos para que nuestras vidas sean seguras, largas, divertidas, placenteras y útiles. Esto debería estar en la cabeza de cualquiera, sea cual sea su responsabilidad social, y más presente aún en quienes tienen manera directa de incidir en la evolución de la humanidad, ya sea construyendo edificios, fabricando medicinas, generando energía o manteniendo una red de comunicación. El otro día vi una peli antigua que hablaba más o menos de eso, de Robert Wise, "La Torre de los Ambiciosos" del año 54.
En fin, que vienen tiempos difíciles y da un poco de pereza, con tanta incertidumbre.
Algo se nos ocurrirá.
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