El otro día mi amigo Groovycosta me puso un interesantísimo documental sobre el coche eléctrico fabricado por la General Motors, el EV1, que despareció del mapa junto a otros del mismo estilo. Fueron retirados por diversos motivos, llevados al desgüace, cuando estaban ya en las calles. En el documental quedan claras las prestancias de este automóvil, sobre todo para los que saben conducir (yo no sé) y aprecian esas cosas de conductores que yo nunca he entendido mucho, incluidas las surrealistas cualidades que supuestamente aportan los coches (el tamaño, la marca, el diseño) a nuestras mareadas y siempre vacías identidades personales. Con esto quiero decir que parece que era un buen coche: cómodo, práctico, bonito y de agradable conducción. No era un armatoste a pilas, se podía cargar, como un móvil, en el garage. Era un coche que podía suplir perfectamente a sus hermanos devoradores de gasolina. Pero se esfumaron. No era un prototipo para enseñar en exposiciones o universidades, estaba en las calles y los conducían personas normales, circulaban. El EV1 además fue especialmente bien acogido en California, donde al parecer el nivel de contaminación es asqueroso. Y esta era su máxima cualidad, la que interesa a todo el planeta, al margen de otras consideraciones que deberían ser de segunda, o tercera categoría, a la hora de adquirir un automóvil y, sobre todo, de fabricarlo.
Si algún día aprendo a conducir será para llevar un coche eléctrico.
Este no es un EV1 pero yo lo conduciría sin dudar. No contamina y es muy bonito, no parece un maletín de ejecutivo. |
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