Es curioso, cuando me da por pensar en Lo Básico (entretenimientos rarunos que tiene una), el trabajo es una de las cosas que suelo dejarme.
Con Lo Básico me refiero a aquellas cosas que la Humanidad necesita para sentirse a gusto y poder continuar su misión de expansión, porque...¿qué otra misión parecemos tener? O somos viajeros, como polen, y nos reproducimos por el Universo (nuestro propio planeta ya está claramente poblado) o somos una plaga cuya única diversión es acabar con La Tierra. Me inclino por la idea de que obecedemos a un instinto superior que nos empuja a expandirnos, y que nos hemos quedado pelín estancados.
Parece que al Ser Humano no le bastaba con realizar esta misión, tan fácil y placentera a primera vista, si no que además se buscó la manera de hacerlo construyendo preciosas y sofisticadas herramientas y a expresar sus deseos mediante la imagen y el sonido, con una destreza sorprendente. A mí me parece maravilloso. Que un animalito que podría estar durmiendo siestas eternas y alimentándose sin problema, invierta su tiempo y su estructura biológica en crear materiales artificiales, inventar energías, tratar de llegar a los planetas más cercanos, construir esculturas para vivir dentro de ellas, o volar, o cruzar La Tierra, o hacer un retrato de su entorno, me parece brutal. Al Ser Humano no le basta con expandirse, quiere hacerlo en sociedad, a su estilo, y a lo grande.
Con la misma destreza, el Ser Humano sirve a la Misión peleando por imponer una genética a otra, luchando para que sus famílias sobrevivan, aunque sea a costa de otras. Por eso la imaginación humana también ha inventado armas, entramados, sistemas, que perpetúen, que sobrevivan, de unas generaciones a otras, asegurando así su linaje. Fue así de antiguo, ahora igual, sólo que con más adornos.
Con las computadoras y La Red la cosa cambia. Nos iguala a todos. Nos igualaría bastante. Es un salto cuántico, un punto y a parte, una energía nueva, una herramienta con un poder que aún está en desarrollo. Las ideas que antes se quedaban en grupúsculos, que tardaban años en llegar de una punta a otra del mundo, pueden llegar ahora con mayor velocidad, recién recolectadas.
Pero una no puede, no debe, quedarse enganchada a la pantalla. Si esas ideas no saltan a la calle, no se hacen materia y realidad palpable, no sirven. Sería eyacular en vano. Estos espermatozoides meméticos deben saltar la barrera del cyberespacio y alcanzar el óvulo para hacerse carne.
Antes de saltar a la calle, deberíamos, quizás, ponernos de acuerdo en qué es lo que queremos cambiar, si tanto empeño hay en ello. Unos pueden meditar para canalizar la energía, otros pueden graffitear las paredes con mensajes, otros pueden manifestarse con sus respectivas banderas al hombro, cada uno lo hará a su estilo, identificándose con la tribu que más le convenga, pero lo que no puede hacerse, si se quiere obtener un resultado tangible, es tirar de la cosa en direcciones distintas. Como los estilos son tan variados y todo el mundo quiere llevarse al futuro un pedacito de lo suyo con sobrecogedora nostalgia, lo único que podemos hacer es llegar a un acuerdo de básicos.
Por lo básico yo siempre he entendido algunas cosas como: Sanidad, Educación, Alimento, Vivienda, Transporte y Trabajo. He intentado, sin mucho acierto, expresarme a cerca de cada una de estas cosas, pero es verdad que por el Trabajo he pasado de puntillas. Hoy, uno de mayo, festivo, el día al año que le dan a lo que se llama la Clase Trabajadora, después de todo lo que estamos sacando en sucio de lo que se llama las Clases Altas (aristocracia, empresas, bancas, millonetis, y políticos), es un buen día para reivindicar, planetarse y negociar como queremos que sea EL TRABAJO.
De momento al trabajo lo consideramos un básico por que es lo que nos permite acceder a los demás básicos. Sin trabajo, sin dinero, no podemos cuidar nuestra salud (hay que pagar en las farmacias, hay que cotizar o pagarse una mutua), no podríamos recibir educación, ni comprar alimentos o papel de WC, viviríamos debajo de un puente, no podríamos pillar el metro ni desplazarnos de otra forma que no fuera a pie. ¿No hay algo raro aquí? No es el trabajo honrado, útil, realizado con dedicación, con amor, con pasión, lo que nos mueve, si no la consecución de unas monedas, que a cambio de nuestro tiempo y esfuerzo, nos pagarán un techo, el pan, la movilidad, la salud y el conocimiento.
Sinceramente este sistema organizativo me parece asqueroso. Promueve el aburrimiento, la insatisfacción y la injusticia.
El trabajo debería ser un básico porque todo ser humano necesita una ocupación, algo que hacer, no puede remediarlo, imposible tener las manos quietas, la mente desocupada. Pero el sistema de selección, de distribución y de enfoque del trabajo que sufrimos, nos convierte, a la mayoría menos afortunada, en esclavos. Unos pocos se saltan las leyes para vivir como quieren, a unos cuantos las leyes los atan para impedírselo.
Yo me alegro de que unos pocos disfruten la vida, pero es que quiero poder hacerlo yo también, sin entrar en competencia a ver si puedo vender mi cuerpo, mis ideas o mi tiempo a cambio.
Quiero aportar al conjunto lo mejor de mí misma, lo poco que sepa hacer, con la mayor de las ilusiones, pero no quiero hacerlo en un horario, en una forma, que me convierta en una máquina. Para eso ya están los robots.
APUESTO POR UN FUTURO MECANIZADO Y TECNOLÓGICO, AVANZADO, QUE NOS PERMITA EXPANDIR NUESTRA IMAGINACIÓN POR EL UNIVERSO, COMO SERES HUMANOS SANOS, CONTENTOS, EMPÁTICOS, ARTÍSTICOS, CUIDADOSOS Y CUIDADOS
Las clases son cosa del pasado. Las fronteras, todo lo que nos divide en paquetes enormes, son el sintoma más claro de una sociedad que todavía no ha asumido de donde viene, donde está y no tiene ni idea de a donde ir.
Me disculparán si hoy no he sacado mi cuerpo a la calle. Pero es que estoy un poco cansada de gritar sin ser escuchada. La respuesta de los que tienen la sartén por el mango es de escándalo. Pero me niego a quedarme en la indignación, que es un estado de ánimo muy malo para la piel. Salí a la calle el 15M y vi cosas muy interesantes, me contagió el espíritu. Pero ne temo que tendremos que estrujarnos un poco más el cerebro si queremos que algo cambie.