sábado, 17 de diciembre de 2011

Soliloquios nocturnos

PARTIDOS- Lo de que a mí no me gusta ni la izquierda ni la derecha porque todos son iguales no es una medida exacta. Puede que la derecha se sienta con más poderío para llevar a cabo acciones extremas económicas y sociales sin los remilgos que se le supondría a la izquierda. No sé como serían el parlamento y todas esas asambleas oficiales si en ellas se congregara más diversidad de opciones políticas...probablemente un guirigall, y más dificil ponerse de acuerdo, no sé. Tal vez por eso hayamos acabado agrupándonos en dos grandes conjuntos, ninguno radical y ambos amigos del dinero. Porque es más cómodo para todos, es más fácil culpar al otro (recuerdo 1984, todo el principio alienador se basaba en un baile de alternancias de los odios), se garantiza un poco de espectáculo, al final van a acabar haciendo lo que les de la gana y luego el votante meneará la cabeza como el hincha de un equipo de fútbol cuando un jugador la caga. Para la ciudadanía que delega las  cuentas conjuntas, el estado de los bienes conjuntos, la garantía de unas mínimas comodidades, que delega en fin todas las cuestiones generales y de gestión común, el sistema bipartidista tuvo grandes momentos. Pero esto, por varias razones, ha quedado anticuado. Y ahora, con más información y más contacto con el prójimo, parece que los individuos que antes delegaban ahora quieren expresar sus opiniones y ser escuchados. Es posible que nuevas ideas estén empujando para salir a flote. 

APRETANDO- Tengo la sensación de que un cinturón de goma elástica nos está anudando. Los recortes son alucinantes. Nunca había visto algo así. Creo que estamos todos un poco asustados en esta ciudad. En paro. Cerrando negocios. Con trabajos precarios. O que se convierten en inseguros de un año para otro. Buscando trabajo sin encontrar. O matándose a currar por un sueldo que nunca pagará el esfuerzo y el tiempo. Con pisos en venta enterrados en papeleo. Con hipotecas eternas y deudas constantes. Compartiendo piso casi por obligación. Y hay situaciones peores. La mejores situaciones están reservadas para los que tienen sacas en vez de bolsillos.
Nuestra cadena de trabajo es insana. Un ser humano no debería trabajar por conseguir dinero si no porque ama la labor que está llevando a cabo, porque siente pasión por esa materia a la que convertirá en algo disfrutable por los demás. Sé que suena a perogrullo pero es que no lo veo tan complicado. El problema no es aprender a vivir con menos si no priorizar lo que es indispensable y transformarlo en abundante.

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