jueves, 29 de noviembre de 2012

Es una lectura

Barcelona, ciudad independiente...
y gris.
El frío acecha.
Ya los animalitos empiezan a necesitar calor.
Ya pasó la noticia del día.
Con Internet todo va rápido.
Llueve, sí, pero llueven datos. Constantemente.
Una nueva voz se alza.
Es la nuestra.
Compuesta de distintas voces, distintos tonos, palabras que se solapan.
Y un sólo grito.
De defensa.
Agarrarse a un salvavidas, ya vemos que no impide que nos lleve la corriente.
Y acabaremos por remar hacia el mismo lado.
Necesariamente los temas particulares ceden paso al drama común.
Y en común tendremos que buscar la salida.
Al peligro lo llaman de muchas formas según la bandera que tiña la lengua del que habla.
Pero acecha a todos por igual.
Y los amigos las deudas se perdonan.
Los representantes de la antigua forma, con sus viejos disfraces, pelean por quedarse pero se extinguen. Y algunos, se transforman. Las nuevas maneras brotan espontáneas empujadas por la  necesidad, con el traje de Peter Pan.
La carne y la máquina ya están unidas.
La ira está mal enfocada.
Pero sobreviviremos.






domingo, 25 de noviembre de 2012

#25N desde Barcelona (ombliguismo total)

En Barcelona, ciudad mutante, libre y musa. Elecciones autonómicas. 

Estamos nerviosos. Nos hemos discutido un poco con amigos que opinan distinto a nosotros. Hay una tensión contenida, signo innegable de que estamos vivos. Algo se mueve. La emoción independentista de Catalunya es un hecho. Nos guste o no. A mí me da un poco igual, en el sentido de que España, Catalunya, Europa, no me parecen más que denominaciones fronteriles sin más peso que el de una historia que se remonta a los primeros habitantes de la zona. Ahora se llaman así, mañana se pueden llamar asá. Ayer hablábamos latín mezclado con lo que se hablara aquí, hoy nos tiramos de los pelos por un idioma que mañana se habrá mezclado con otros. Si en el presente, la ola tira para cambiar de bandera, me da lo mismo, porque lo que yo me pregunto es si me gusta la idea de que haya una y sobre todo si es necesario y para qué.

También me planteo la existencia misma del juego democrático tal y como lo conocemos, organizado en círculos concéntricos de agrupaciones dependientes de una más grande. Yo me tomé muy en serio lo de "Ningú no ens representa" por que es verdad. A mí, por lo menos, sólo me represento yo. Es imposible que un grupo de personas bajo un lema me represente del todo. Ni a mí ni a nadie. Pero es mucho más cómodo delegar. Así, a rasgos generales este partido más o menos va a tirar por donde yo quiero. Pues ale. Y no está mal, oiga, no a todo el mundo le tiene que interesar la gestión pública. Hay de todo. Y como hay de todo, sería más justo que cada uno tuviera la oportunidad de tomar partido en aquello que le interese o le afecte. Esto quiere decir que cada uno debería, entonces, tener una opinión propia formada a través de una información lo más completa posible. Supongo que si algún día logramos esto, la representación por delegación ya no será necesaria, ni siquiera apetecible. Se acabaron los programas electorales y los eslóganes publicitarios, usted directamente podría tener acceso a las decisiones sobre lo colectivo. De momento, no es posible. No por que no dispongamos de las herramientas necesarias, si no porque no disponemos aún de los recursos intelectuales y emocionales que lo permitan.

Eso sí, la entrega y la alegría con la que mis conciudadanos se han lanzado a las urnas es enternecedora. Y merecería mejores resultados de los que la matemática de esta democracia va a mostrar. Creo que a través de las redes sociales estamos aprendiendo del diálogo. No comprendo la competencia entre partidos como si estuvieran metiéndose goles. Esos partidos representan, cada uno, a un grueso de la población y en teoría están ahí para escucharse y cooperar, para llegar a acuerdos que convenzan a la totalidad, demostrando su papel representativo y la responsabilidad que esto conlleva. Haciendo trampas y poniéndose zancadillas los unos a los otros, o promoviendo el enfrentamiento de cualquier forma, lo que resulta es un vergonzoso espectáculo. Por ahí preguntan quién ha ganado. Y pienso, ah, pero ¿se trata de un concurso?


jueves, 22 de noviembre de 2012

Tres cerditos

Hay que hacer verdaderos esfuerzos para abstraerse de las tendencias de cada individuo y lograr amar a la especie humana en su totalidad. Ser paciente y tolerante, suspirar. Y reirse un rato, para que no se nos enganche la estupidez. Soy bastante activa en Twitter y muy fan de las nuevas plataformas de interacción, que, en mi opinión, son la simiente de un cambio radical en todas nuestras estructuras, si es que somos capaces de llevarlas a un estadio distinto al del mero chafardeo y el entretenimiento. Pues bien, en Twitter, he tenido tres conversaciones distintas que me han llamado la atención.

1- El Señor Desahuciado que intuyo que no es tal: ¿Sabían ustedes que un puñadito de "Movimientos sociales" se reunieron hace poco con diputados alemanes? Probablemente no, porque, a pesar de su constante presencia y fuerte actividad en las Redes y en las calles, estos colectivos callaron como putas en esta ocasión. Lo de "Nadie nos representa" parece que quedó en el cajón de los olvidos. Yo me quejé de la falta de transparencia y de que no hubiera streaming (por lo visto los alemanes no quisieron) y me contestó muy airado un caballero, acusándome de no ir en persona a impedir su desahucio. Así, sin ton ni son, mezclando alegremente churritos con porras. La PAH fue uno de los colectivos que habló en esa reunión casi secreta. Me pregunto dónde estaba el Señor Desahuciado, en el caso de que lo sea, cuando alegremente compraba su pisito porque había que hacerlo, en las manis okupas de Barcelona de los años 90, cuando las Radios Libres eran el único medio independiente. Ahora tengo yo que correr a impedir su desahucio, ¿verdad? Si lo hago lo haré por compasión y solidaridad, pero por favor no me lo vendan como si fuera una nueva tribu urbana. Estos bancos desaprensivos, esta tomadura de pelo, por supuesto tiene víctimas que sufren. Pero de víctima a héroe hay algo más que llorar por las esquinas. La vivienda es más que un derecho, es un básico, un intocable. Cualquier persona con dos dedos de cabeza, y de corazón, está por la Dación en Pago. Pero hay más temas, por desgracia, y cada uno sufre los que sufre y lucha por los que lucha. Decirle a alguien que su opinión no cuenta por que no acude a su desahucio es como si otro se descojonara en su cara por haber sido tan corto de tragarse las mentiras de la propaganda de los cuervos. Pónganse en su sitio, hagan el favor. No permitamos que nos dividan.

2- El Sr. Comunista: Hoy, hace unos minutos, he leído una frase graciosa: "Si no queréis llamar comunismo a tener derecho al trabajo, vivienda, sanidad y educación, bien, pero sabed que cuando decís que vais a "hacer de vientre" realmente vais a cagar" En cuanto la he pensado dos veces he contestado que me parecía lamentable que se barriera para casa, o sea, que alguien se apropie de los derechos básicos de la humanidad para vender una ideología, desde mi punto de vista, caduca. Yo no le llamo al derecho a la vivienda, la sanidad o la educación comunismo ni nada que acabe en ismo. Un derecho no tiene nada que ver con una ideología o una cortriente. Es un derecho. Punto. Algo básico a lo que cualquier ser humano venga de donde venga, piense lo que piense, tiene el derecho de acceder. Si usted lo quiere llamar comunismo, bien, pero que sepa que la palabra correcta es DEFECAR. 
Este señor se ha ofendido muchísimo porque he criticado su frase y me ha pedido mi solución a la crisis. Le iba a poner que de eso no tengo. No tengo la solución. Sólo algunas ideas que me apetece compartir. Pero le he mandado "La Terrícola" porque una nunca sabe qué clase de persona se esconde tras un avatar y yo siempre intento ser optimista al respecto. En 10 segundos (tiempo récord para leerse este blog) me ha acusado de ver unicornios rosados, de fumar drogas y de Fascista.
Sólo respondo de lo segundo.
Lean ciencia-ficción, por favor. Es un ruego.

3- Nacionalismo, otro ismo que arrastramos: Tema inevitable en Barcelona, como no, en vistas de las próximas elecciones catalanas y de las conjuras entre la tele de Mas y TeleMadrid, en un absurdo baile de falsos enemigos que luego negocian en flamantes despachos la libertad de todos. Por lo que sea, una gran mayoría de gente, muchos por mero hartazgo del modus operandi clásicamente españolito, tiende a ver en la independencia de Cataluña respecto a España, una salida a esta inoperancia que tanto daño directo nos está haciendo. Yo no lo comparto, ni lo entiendo. Me parece una solución muy por los pelos, que se aleja radicalmente del verdadero problema y apoyada en un sentimentalismo estéril. Pero oiga, es mi opinión. Y no creo que precisamente yo tenga la verdad absoluta. Aunque tampoco que la tengan los demás. Los grupos de música sabemos que para estar seguros de que un arreglo es el adecuado primero hay que probarlo. Si no suena bien, a la basura. Y si nos convence, se queda. Hay que ser tonto del culo para imponer un arreglo que no queda bien solamente porque ha sido idea tuya. Y esta premisa es aplicable al resto de asuntos. Si la mayoría de mis conciudadanos quieren probar algo nuevo, estoy dispuesta a probarlo. Y no tengo miedo de que acaben con mi identidad, porque yo, la que tengo, no tiene nada que ver ni con ideologías, ni con patrias, ni con idiomas, ni con religiones. La formo cada día con lo nuevo aprendido.

Muchas gracias.


sábado, 17 de noviembre de 2012

Preguntas

A pesar de las apariencias, me permito tener esperanza.
En cada batalla, hay heridos.
Algunos se matan.
Una violencia innecesaria e insultante.
Nos bamboleamos entre las mentiras, las ilusiones, el victimismo, los falsos héroes, la valentía anónima, el enfado y el miedo, y sin embargo no han dejado de crecer nuevas ideas y conceptos. Algunos aún anquilosados en el ayer pero con la voluntad de poner un piececito en el futuro. Y otros que directamente ya navegan hacia un horizonte completamente nuevo, despojados de prejuicios, aunque aún no lo sepan. El viaje continúa. Atrás quedarán los dinosaurios, con la piel estirada y el estómago lleno, que miran con despectiva en vez de perspectiva. Anticuados en su hacer, por lo pronto han perdido credibilidad total y la masa clama por un nuevo tipo de representantes, más arriesgados, más comprometidos, que aporten más ideas que panfletos del pasado.
El tiempo trabaja solo y, queramos o no, nos guste o no, barre con una fuerza estremecedora. Y pasa, el tiempo pasa. Las visiones que antes resultaban estrambóticas ahora empiezan a forjarse como si fueran nuevas. Pero la novedad sería llevarlas a la práctica.
¿Puede convivir el capitalismo con otras especies?
¿Puede englobar la democracia a todas las opiniones?
¿Puede funcionar una gestión global repartida en asambleas de asistencia física?
¿Puede la ciudadanía montar una red propia?
¿Qué hace un cliente cuando no le gusta el producto?
¿Y qué hace la industria cuando ve que ese producto no cuaja?
Podrá intentar de manera agresiva (a la fuerza o a través de la manipulación) meterle al cliente la mercancía, pero tarde o temprano tendrá que adaptarse a los nuevos gustos.
Salir a la calle es importante. También los actos diarios de rebeldía y oposición. Pero tal vez la manera más directa, y rápida, de conseguir avances notables es incidir en el consumo, no solamente en un día de huelga, si no ya como actitud.
Dejarles colgados.
Pasar de ellos.
Algunos "ellos" tienen nombres y apellidos, pero es más grande la tendencia que los empuja. Una manera de hacer que les ha dado mucha pasta, pero que es inútil a la larga en un planeta cuyo origen y destino aún ignoramos. Hay que ponerse a trabajar en nuestra propia evolución, ¿cómo queremos ser?, ¿a dónde queremos llegar?
Si hay un buen plan, se sigue.
Y si a alguien no le parece bien, que opine.
Dele al botón, "me gusta", "no me gusta"
Que el destino de la especie humana dependa de uno solo y de todos.
Y la gestión no dependa de la honestidad si no de la eficiencia. Porque el Ser Humano es tan sofisticado en sus apreciaciones, percepciones, pensamientos y sentimientos, que es demasiado frágil para llevar el peso de la moral. Una megacomputadora, sí, sí, lo que oyen, me da igual que suene a novela, una máquina fría y calculadora que cuente, reparta, anticipe, advierta de los posibles resultados de las decisiones tomadas en común por los humanos y gestione fácilmente los recursos y las reglas del juego.
Sí, puede que sea una idea estrambótica.
Pero el tiempo, pasa.