domingo, 29 de julio de 2012

Tecnocracia sí, por supuesto

TECNOCRACIA- Suena bien, parece que vayamos a bailar a ritmo de un Dj. Aunque en ese caso yo preferiría Electrocracia, y nada de David Jeta. En fin, que digo que la Gestión de los asuntos públicos, la repartición y la inversión correcta del dinero común, no debería estar en manos de la hija pija de un ladrón, de un señor demodé que negocia con bancos y empresas como si la pasta fuera suya, de alguien que va a cobrar un dineral forever and ever a cambio de nada. Es de lógica vulcana que estos asuntos recaigan en hombros fuertes, honestos, inteligentes, osados, conscientes, con vocación de servicio. El miedo es que estos "expertos independientes", o sea que no pertenecen a ningún partido ni ideología ni tampoco tienen afiliaciones empresariales, actúen al margen, también, de la población, y que sigan favoreciendo el robo, la avaricia, la injusticia y la orgía monetaria, manteniendo las cosas como están, o peor, pero esta vez ya con total legalidad (la impunidada ya existe). Claro, eso sí que no. Si un "experto independiente" equilibra la balanza de la energía, por ejemplo, en favor de una sola empresa que además es contaminante y cobra un dineral por el uso de algo que no debería tener dueño, hay que sacarlo de su puesto de igual forma que ahora tenemos ganas de que muchos inútiles dimitan de la vida política. Un grupo de sabios, de expertos, de gestores con sentido común, independientes, podría estar organizando nuestras indústrias, nuestros servicios públicos, con la cabeza despejada, el bolsillo vacío y el corazón lleno. Porque está claro que esos encorbatados y perlipendientadas sólo sirven para el paripé, el intermitente cambio de estupideces morales de una Ley a otra y para enriquecerse a costa de negocios sucios. Una democracia electrónica, en la que todo el mundo pueda presionar, participar, discutir y proponer, y un gestión límpia, honesta, es la única solución. Para llegar a una mayor ecuanimidad solamente una megacomputadora puede asegurarnos que cualquier Ser Humano no pueda ganar más de lo que merece sin invertir en cosas que beneficien a la Humanidad. Pero antes de asumir eso, no estaría mal desbancar a los títeres de los lugares que las empresas privadas sin escrúpulos, sin gusto, sin estilo, sin bondad, están cupando sin permiso. Delegar no está mal si las personas en las que lo haces parecen tener dos dedos de cabeza, en estos momentos la ciudadanía se interesa por la política porque no le queda más remedio. De esta gente que jamás pensó en dedicarse a ello, ¿no habrá personas capaces? Estoy segura de que sí, y rezo a mis Héroes y Heroínas favoritos para que empiecen a salir de sus escondites.
Las ideologías forman parte del pasado. Ahora mismo el descaro con el que unos pocos pretenden vivir por encima de sus posibilidades y, lo que es mucho peor, por encima de sus congéneres, es demasiado sangrante como para seguir permitiéndolo. Y ningún "ismo" es la salvación, pues somos muchos, con culturas muy distintas, y, mientras no podamos viajar a otros planetas, no nos queda más remedio que ponernos de acuerdo en unos básicos en los que el Planeta y la Vida sean lo más importante. 
No es normal que un tipo con cara de baboso lo mismo se ponga a organizar el Trabajo, que la Cultura, que la Economía. Lo que está haciendo es dar la cara mientras un grupito de asesores y expertos, precisamente, le dicen qué hacer y qué decir para conseguir popularidad, poder. Y sobre todo como disimular mientras nos da el hachazo y bancos y empresas que no se preocupan de las personas ni del futuro, llenan sus arcas y regalan sabrosas bonificaciones a quienes actúan a su favor.
Se buscan Nuevos Héroes y Nuevas Heroínas, sin más cara que una buena idea, sin más traje que la honestidad. Personas que tengan un sueldo decente y no esas millonadas que se llevan los actuales chupópteros, y que, cuando su labor termine, vuelvan a sus habituales empleos sin otra gratificación que el orgullo de haber hecho algo positivo para los demás. Se buscan personas inteligentes, generosas, cultas y dedicadas, con visión de futuro, valientes e innovadoras, sin otra aspiración o voluntad que no sea que las cosas, por fin, empiecen a funcionar. Ni titiriteros, ni titeres ni colocadores de tiritas con tintes progres o monjiles, ni remendadores, ni buscavidas. Otra cosa, por favor.
Tecnocracia por participación electrónica.
Y al primer movimiento en contra de los intereses de la población, a la calle sin contemplaciones.


miércoles, 25 de julio de 2012

Deporte y Vínculo

Iba a hablar de las Olimpiadas, segura de que todos los amantes incondicionales del deporte me saltarían a la yugular, a explicar por qué las detesto. Lo resumiré porque quiero hablar de otra cosa que se me antoja más importante, o más urgente.

OLIMPIADAS, DEPORTE Y EJERCICIO: La práctica diaria de ejercicio físico es algo que debería formar parte de la educación. Cierta disciplina de este tipo es esencial para el correcto funcionamiento y cuidado de nuestro vehículo, el cuerpo, y además proporciona una muy buena herramienta de canalización  y exorcismo de energías mentales. Nunca he entendido que Gimnasia sea una asignatura, en vez de un hábito. Ahora bien, ese cuento de las Olimpiadas como emotivo encuentro entre naciones nunca me lo he tragado. Competir entre países es insano, como lo son las guerras. Otra cosa sería la competición limpia entre individuos que son cracks en su campo, ya sea saltando palitos, lanzando martillos, corriendo tras una zanahoria imaginaria o saltando desde un trampolín. El ejercicio es necesario, el deporte es un entretenimiento que gusta, y sobre todo los espectáculos masivos tienen un atractivo indudable para la población mundial. Normalmente, qué curioso, las Olimpiadas suelen aprovecharse para la especulación inmobiliaria, la construcción de enormes circuítos que luego no se vuelven a usar nunca más y para que las ciudades se llenen de guiris y los comercios intenten hacer su agosto. Así que, para una persona a la que no interesa demasiado el Deporte como espectáculo, que se aburre soberanamente sin remedio en su observación, las Olimpiadas son un coñazo, un engañabobos masivo y una herramienta más del sistema para especular legalmente. Las de Londres este año tienen para mí algo especial: si la profecía de Parravicini se cumple, veremos si a Gasol le hace tanta ilu llevar la dichosa banderita. 

LA OTRA COSA: Es lo que me lleva rondando desde hace meses. Creo que aún no estoy preparada para hablar de ello pero intentaré por lo menos hacer un avance. En materias profundas una no siente que tenga nunca la suficiente información, ni el estilo, ni la sabiduría. Pero oigan, últimamente, los acontecimientos me empujan a una nueva visión de los seres humanos y su interacción con el entorno, que nunca antes se me había aparecido así. Se trata de la espiritualidad, si quieren llamarlo de ese modo, aunque yo sospecho que se trata más bien del respeto al Vínculo, a la relación de la Humanidad con su planeta y el Universo, a la comunicación emocional, interna, que desarrollamos los unos con los otros en este cortísimo plazo que es la vida, a la construcción cultural que hacemos al respecto. Las Religiones han sido, se supone, las guardianas de ese paquete, aunque ya sabemos que han degenerado más bien en facciones políticas y económicas, síntoma inequívoco de la pobreza y la miseria en la que hemos envuelto el Misterio de la Vida y del Amor. Yo odiaba las religiones porque las asociaba a las iglesias, es decir, confundía el mensaje motor con el mal uso por parte de las organizaciones que alrededor se forman. Siento de una manera muy palpable para mí que hemos perdido absolutamente el Víncculo entre nosotros, el Vínculo con lo que somos, lo que hemos sido. Si una presta un poquito de atención, y a mí siempre me han gustado mucho las mitologías, se encuentra con la misma historia contada de distinta forma, con diferentes disfraces. Ese siempre sorprendente y espectacular parecido entre Leyendas que surgen de lugares remotos del planeta sin aparente comunicación física entre sí  (los Ancient Aliens Theorist tienen su propia idea al respecto, muy divertida por cierto, ¡ciencia-ficción en la antigüedad!) me hace imaginar que en nuestra infancia como especie fuímos mucho más conscientes de nuestra ignorancia, y como hacen los niños y los adolescentes, convertimos en Sagrado todo aquello que sentíamos intangible y estrechamente ligado a nuestra capacidad de emoción. Es decir, procuramos a través de los Mitos, conservar en un lugar especial nuestra inocencia.
Me pregunto si esta obsesión por la juventud de nuestra cultura no será un reflejo precisamente de esto. Conservar un cuerpo joven y activo más tiempo es, sin duda alguna, una prioridad de absoluta necesidad para el Ser Humano. Pero hacerlo así, sin fondo, siendo nada más que cuerpos perfectos modelados en el quirófano, mantenidos en el gimnasio y reflejados en el espejismo de Photoshop, no nos hace recuperar de ningún modo, ni tampoco conservar, un ápice de lo que verdaderamente nos gustaría alargar de nuestra infancia y adolescencia: la inocencia, la inconsciencia, la magia de la aventura y lo desconocido, la maravilla de la Vida. Pues la explosión hormonal y la brutal capacidad de absorción de nuestro cerebro en aquellos momentos es precisamente lo que no puede obtenerse de manera artificial (al menos, de momento) y así intentamos retener desesperados, atrapados por la imagen externa, la juventud eterna. Buscando sin cesar la novedad, saltando sobre la superfície, arrastrados por la corriente, perversamente manipulados por quienes conocen nuestras debilidades y las usan para vendernos productos, hemos olvidado lo que nuestros ancestros trataban de explicarnos. Con gran generosidad por su parte. Cosa que no podrán decir de nosotros los que nos sigan.
No sé si soy capaz de explicarme. A todas luces, las empresas que se han hecho cargo de guardar ese sentimiento de Vínculo han fracasado, dejando como resultado una aterradora soledad. El Ser Humano, algunos por lo menos, se aferran a los dogmas como a un clavo ardiendo, por ese mismo motivo. Las religiones se han convertido en libros de instrucciones  que no han sabido renovarse, han metido las narices donde nunca se les debió haber permitido y han condenado al Vínculo a la inutilidad práctica. Así, huérfanos de conexión, andamos como zombis sedientos. 
Por primera vez en mi vida, hija como soy del pensamiento laico BCN's typical, me planeto la importancia de la religión, no como organización si no como expresión del Vínculo. Incluso empiezo a entender la necesidad de Héroes y Heroínas, de Mitos, de personajes que representen los mejor de la Humanidad, para tener un espejo verdadero en el que mirarse.

Si me siguen el hilo, hablaremos más de esto.
Buenos días, terrícolas :)

viernes, 20 de julio de 2012

KBN

Irresponsables con las manos manchadas de sangre y los bolsillos llenos de dinero.  Me siento sola. Mis vecinos sacan sus banderas al balcón. Yo no tengo ninguna. Me pregunto si serían capaces de pegarme por negarme a llevar la suya. ¿Por qué hemos hecho de la gestión de los asuntos comunes una cuestión de identidad? Las ideologías fueron bastión, hoy son tropiezo. Mires a donde mires, hay miedo. Y mientras tanto ruedan cabezas que no son las suyas.

Las Fuerzas de Seguridad protestan por sus pagas extras, quieren seguir cobrando por pegar, maltratar, hacer realidad las pesadillas de la gente. Si tuvieran los cojones de los que presumen usarían sus armaduras para proteger a los suyos. Pero no son más que perros con collar, atados, amaestrados, tienen la misma vergüenza que sus amos. Y también hay perras, esas mujeres uniformadas con el corazón ausente, esos hombres que ya no son humanos si no esclavos. Si aún les queda dignidad, o si la tuvieron algun día, llorarán al llegar a casa. Y si tienen coraje, no le llamarán a lo suyo un trabajo si no una psicopatía.

Batman, no llega, pero sí los villanos. Un hombre que mata. Un héroe que falta.

He esperado, con paciencia, palabras sabias que llegaran de las faldas del Olimpo. Pero nadie tiene la fuerza suficiente, o la valentía. En el País de Sálvese quien Pueda, el dinero es la causa y la solución. Quiero tirar los pocos billetes que me quedan a la hoguera. Me dan asco. 

Asimov, Sagan, Tesla, os rezo. En mi oración pido que gane la bondad. Que gane la inteligencia. Que gane la justicia. Que gane la lógica. Que gane el amor. Que gane la ciencia, y el arte, y las ideas nuevas, frescas, renovadoras. Que el río se lleve el ombliguismo amplificado, las falsas hermandades, el olor nauseabundo del asesino y del traidor. Del hombre anticuado, del ser de otra era, de quienes no ven más allá de sus propias narices.
Quemen las calles, derrumben monumentos, ¿y qué pondrán en su lugar? 
Si hay vida inteligente en este planeta, ya es hora de manifestarse.
Ojalá una nave alienígena aterrice en Londres y abduzca a los Reyes, a su corte y a su Plebe.

Klaatu Barada Niktó.



jueves, 12 de julio de 2012

Matutina

Estamos en manos de las empresas, las que no tienen leyes ni escrúpulos, la bestia, el 666, el monstruo devorador de la libertad, los alienígenas con corbata que vienen a ordeñarnos, la nueva esclavitud. Somos clientes antes que personas, somos clientes los unos de los otros, somos moneda, nuestra vida cotiza en bolsa. Estamos rodeados de una publicidad implacable que modela nuestras necesidades y nos convierte en obedientes compradores, que escenifica los sueños más íntimos de la psique, que se repite hasta la saciedad creando un modelo estándard, que ensalza la mediocridad y los instintos más básicos, que ataca desde todos los medios posibles hasta que la vista y el oído se agotan de buscar cosas nuevas, el imperio del alma gris y el sexo animal, una Idiocracia sin fronteras, la Marca tiene más fuerza que los valores humanos, la Marca será el nuevo valor humano.

Cierta dosis de frivolidad es el ingrediente indispensable para una vida de alegrías. La superficie es importante, es lo primero que vemos, lo que podemos tocar. Viva el sexo desenfrenado, apasionado y gimnástico, pero me parece de un mal gusto tremendo equipararlo en valor existencial a un automóvil, por ejemplo. Nos dicen como debemos ser para conseguir amor, sexo, amistad, hogar, transporte, sanidad, higiene, apartamento, y cuánto vale tenerlo. Sacad a los mercaderes del Templo. Se asocia el sexo a la música y a la moda, al Arte en general. La expresión del amor humano, de la atracción por el otro, el lenguaje no verbal de hacerlo apetecible, la impresión plasmada en el lienzo. Y con acierto nos lo venden todo unido y mascado, pasado por la máquina de hacer dinero, perfectamente empaquetado y contaminante. Atractivo el envoltorio, hecho a nuestra medida, nosotros picamos, y poco a poco la unión se desintegra. Atléticos, estirados, androides fabricados con parches, cyborgs de piel, el Nuevo Ser despierta como un hermoso monstruo de Frankenstein, eternamente joven, de sonrisa perfecta, delgado, diseñado por Photoshop. El espectáculo es precioso. Atrás quedará el homo sapiens, con michelines, arrugado, de uñas mordidas, de cara desnuda. Todo a nuestro alrededor así nos lo indica: ahí está el camino, sólo quien tenga dinero accederá a ese nuevo estado de la humanidad. Selección. La perfección no es para todos. Si tú no puedes permitirte una sanidad privada, eres un Nuevo Pobre. Eres los últimos coletazos de una especie en extinción, reducida al underground. No hay raza si no aspecto, porque la belleza se haya en todos los colores y esa mezcolanza es evolutivamente necesaria. El aspecto exterior es lo que vende, el papel de regalo. Estamos perdiendo el Norte con tanto entretenimiento destinado a la venta, estamos creyendo que un estatus es más importante que la supervivencia. Nihilistas en el fondo de nuestras almas, creemos que todo está perdido y nos suicidamos. La destrucción no nos importa. El presente será eterno, hipnotizados por el espejismo de la congelación de la  juventud.

Víctima de la observación del desmorone de la política vocacional del servicio a la ciudadanía, he albergado en mi seno un profundo malestar ante las instituciones. Desmoralizada por sus tejemanejes siempre en favor de las empresas, del dinero, de la más miserable de las actitudes de sometimiento e irresponsabilidad, atemorizada por unas fuerzas de seguridad al estilo de las antiutopías, dejé de tener confianza en la Democracia, en lo público, en la gestión de lo común. Como las subvenciones son un concurso poco nítido, las rechazo, las regalo, no quiero tu dinero, mi dinero, el que nos quitas, el que quedamos que yo te daría por mis horas de trabajo a cambio de unos básicos que no se están cumpliendo. Mi lógica vulcana no lo acepta. Todo eso es nuestro: los aeropuertos desiertos, los grandes edificios y parques a los que no se les da uso, los edificios de pisos abandonados, los hospitales, las bibliotecas, los centros cívicos, las ondas de radio, el TDT, el agua, el aire, la tierra que pisamos, los jardines de las ciudades, las obras de Arte de los Museos, las pelis que paga en Ministerio de Cultura, las escuelas, los monumentos, TODO eso es nuestro aún y hay que conservarlo y utilizarlo. Redirigir las subvenciones y hacerlas más eficientes, adueñarse de los espacios que los gobiernos están cediendo a empresas privadas, recuperar la sanidad pública, renovar el sistema educativo que ya está caduco y necesita un buen meneo. Hay tanto trabajo por hacer. Hasta ahora no he votado, ningún partido representaba mi opinión. Las derechas me resultan atávicas, las izquierdas disueltas, los centros derechistas, los indepes pueblerinos, los partidos minoritarios monotemáticos. Un panorama poco atractivo. Y ahí lo dejaba, convencida de que mi única fuerza de protesta útil sería la abstención. Un buen puñetazo a la política actual. Sin duda un pequeño triunfo. Pero no da una solución. Es sólo un susto, y los números, de todas formas, ¿quién los contabiliza al final? Echamos una papeleta, nuestros vecinos las cuentan, y luego...Me gustaría ver las votaciones computerizadas y contabilizadas por un ordenador imparcial programado por un equipo técnico fuera de toda sospecha, en directo por la tele, y no a esos candidatos de dientes largos atados a sus corbatas celebrando la victoria o fingiendo sufrir una derrota en un eterna Súpercopa. Me gustaría ver en directo como se aprueban o rechazan leyes que han sido sometidas a la votación popular, debatidas correctamente, a través de La Red, por ejemplo.

Podemos unirnos y devolver la fuerza a las instituciones públicas, transformar la política, limpiarla, reordenarla, organizarla para combatir el poder de la piratería de los ricos, construir una sociedad más eficiente con el planeta y con nosotros mismos, invertir en energías baratas y respetuosas con el planeta, en investigación para el desarrollo de técnicas que nos permitan mayor libertad, mantener al Ser Humano al margen de los tejemanejes de la economía mundial, autogestionarnos, ser un ejemplo, atar corto a los ladrones (Batman, ¿dónde estás?), crear un nuevo organigrama implacable con el abuso. Y con el tiempo, encaminarnos a una nueva era en la que la ciencia y la tecnología trabajen en favor de nuestra especie, como máxima prioridad, en la conservación de la Tierra y en la búsqueda de nuevos hogares. Que todos seamos ricos, abundancia para todos, juventud eterna para todos. El mismísimo dinero que está circulando por encima de nosotros ahora mismo, bien invertido, daría otros resultados.

Sabios del mundo, unid vuestras fierzas. No hay fronteras. Que la llamada de las vocaciones sea el grito unánime. Salvadores del mundo preparad vuestras mentes, la batalla no hace más que comenzar. Hasta ahora vamos perdiendo: las protestas de los mineros refuerzan una imagen de una industria que se pierde, ¿dónde están las nuevas, las que recoloquen a estas personas en otros puestos, la tecnología avanzada que permite menos riesgos de vidas humanas y más comodidad?, ¿dónde está la razón que valora el esfuerzo y dedicación de esas personas que con su sudor sostienen una industria?, ¿dónde está la responsabilidad hacia un trabajo que se sabe de antemano con fecha de cadudidad?, ¿dónde está la justicia que devuelve con gratitud los beneficios ganados  hasta ahora?, ¿en qué se invierte el dinero que la ciudadanía europea aporta al común? Mineros, ese mismo orgullo que conmueve, esa misma fuerza de corazón que ilumina las grutas más oscuras, esa piel que se tizna con las entrañas de la Tierra, puede empujar con gran ímpetu hacia donde vosotros queráis llegar. Hacen falta obreros con cuyos brazos levantar un Nuevo Mundo.

Así, a lo República Ciudadana de la Tierra, me he despertado hoy.

Bon dia :)

martes, 3 de julio de 2012

Fútbol y patria

Sí, he sido y sigo siendo la típica niña a la que no le gusta el fútbol. Me aburre. Una vez intenté asomar la cabeza y me descubrí como una fanática culé, o más bien antimadridista, por una cuestión estética pura y dura, además de influída por una educación que ha puesto más empeño en que yo sea del Barça que en cualquier otro aspecto de la existencia. Inmediatamente decidí volver a mi sentimiento original, los estados alterados de conciencia inducidos por la histeria colectiva sin un motivo de peso detrás, me sientan mal. Es decir, me sentía imbécil, que es exactamente como yo veo a los seguidores de este deporte, sobre todo a los que cosen los colores de la bandera de su equipo a su cerebro. Pero ayer sucedió una cosa en un modesto bar regentado por chinos. En la tele, un partido de la Eurocopa. Por suerte, el establecimiento no estaba muy concurrido, a la suma un par de mesas ocupadas, y me encontraba en la mejor de las compañías. De repente, en la puerta, aparece una família de aspecto indú, una madre y tres niños diminutos, de cuatro años como mucho. Los niños querían entrar a ver el fútbol, comprendí por los gestos, y la madre parecía explicarles que no, pacientemente. Al cabo de un rato, los tres niños entraron en el bar, sin la madre, sin dinero, y treparon a dos sillas emocionados y dispuestos a pasar un buen rato. La visión de esos tres pequeñajos de ojos enormes, entusiasmados ante la pantalla, me cautivó. Pensé que todos los futboleros tienen a un niño así en su interior. Y yo sigo siendo la niña que prefiere jugar a gomas o hacer una coreografía en la hora del patio, y que no tiene espacio suficiente porque el fútbol, dominado por niños masculinos, ocupa TODO el recinto. Así que no hay remedio, pierdo la batalla. La danza, la música, el espectáculo de calidad, con una buena escenografía, un buen vestuario, con palabras que transmiten emociones, no tiene ni de lejos el mismo atractivo para la masa que unos tíos con cara de simio vestidos de manera ridícula pateando un balón de un lado a otro del césped. Una vez aceptado el fracaso, no es impedimento para seguir observando.

El momento más friki de un partido es cuando cantan el himno de su país. Ayer fue gracioso, porque los de Italia tienen un himno con letra y la cantan a pleno pulmón. Luego salió el himno de España y los jugadores, calladitos, unos miraban al cielo sobrecogidos, otros debían estar cantando por dentro Bola de Drac.
Vivo en Barcelona, ciudad extraterrestre que dicen que pertenece a Cataluña, a España y a Europa. En esta ciudad muchos de los colores de La Tierra tienen representación, acogemos a todas las razas, todas las clases, todas las nacionalidades. Cuando yo era pequeña, cuando jugaba gomas, no existía aún esta diversidad, y estábamos en pleno auge de postmodernismo barcelonés, arrastrando un pasado terrorífico que a mí me sonaba tan antiguo como las guerras del Peloponeso que luego bostezaría largo y tendido en horas de aula. Mi cole era progre y moderadamente nacionalista. Molt català. Un cole que pasó de ser privado a concertado y luego a público por la generosa determinación del profesorado. Pillé de lleno el producto tardío del Rock Català. En mi clase había unos cuantos independentistas convencidos, unos pocos independientes mentales y una gran mayoría de nacionalistas que no sabían que lo eran, pero que saltaban a velocidad de relámpago siempre a favor del Barça, la lengua catalana y TV3. El Sr. Pujol hizo un trabajo delicado, minucioso y de un éxito tremendo.
Cuando juega la selección Española, que de sólo escribirla ya me da urticaria, en Barcelona se produce un fenómeno curioso. Ante el fervor estatal con La Roja (nombre de indudable kistch comunistoide que juega a la unidad patriótica) los nacionalistas catalanes se ponen malos. Y entonces te das cuenta de la cantidad de tiempo y energía, de esfuerzo y de emoción, que pone cada cual en la defensa de su bandera, de sus constumbres, de su territorio, de su organización y su economía. Los nacionalistas españoles son cristianos, de derechas, aviejunados tengan la edad que tengan, horteriles, capitalistas, homófobos, racistas, asesinos de animales (lo digo por la caza y los Toros), tienen buen recuerdo de Franco, un par de canales de televisión y radio donde sueltan a sus provocadores y no participaron en el  15M. Los nacionalistas catalanes acaparan dos generaciones: una más joven de izquierdas, socialmente comprometida al estilo vasco, con organizaciones juveniles a las que empiezan a sumarse en la pubertad, participaron en el 15M guardando la bandera en el bolsillo por el interés común, asamblearios, topeguays, feministas, marxistas, leninistas, y todos los istas que suenen a solidario y están en desacuerdo con sus mayores (los otros nacionalistas, cristianos, pijos, capitalistas, homófobos, racistas y machistas como los otros) excepto en la pasión por la terra.
Así me llega a mí.
En apariencia, algunos son más atractivos que otros. En común, los nacionalistas jóvenes y viejos, de derechas o de izquierdas, tienen un profundo odio por el contrario, el amor a una bandera y al equipo de fútbol que la representa, la memoria histórica más presente que el propio presente (y no digamos el futuro), la ciega determinación de un Orco en la defensa de su idea, y la absoluta convicción de que la oposición al otro, la lengua en la que se expresa, el lugar que habita, los colores de su bandera, el folcrore de la zona, y lo que hayan convenido en reconocer como costumbres dignas de ser mantenidas tiene el valor interno equivalente a su persona. Y yo, ahí, es donde difiero.
No tengo sentimientos de amor por la patria, nací sin ese don. Me gusta mi ciudad, por eso vivo en ella. Mis raíces están donde haya gente que me quiera. Hablo dos idiomas con soltura y chapurreo otro, y creo que los idiomas son maravillosos, que la palabra lo es. Mis costumbres cambian obligadas por la tecnología. Me interesa la organización de una sociedad más justa, más libre, más cómoda, más divertida, más inteligente, más efectiva, más sana.El Planeta me parece tan fascinante que no me atrevo a empequeñecerlo con una mirada cateta. Opino que la vida de todos los seres humanos, sin distición ninguna, tiene exactamente el mismo valor. Y que las diferencias son tan nimias, tan efímeras, tan dependientes, tan ilusorias, que no deberían estar por encima de la propia vida.  Por lo tanto para mí el patrotismo es un sentimiento frívolo, superficial, e inducido. Es, desde mi punto de vista, un atavismo, un resto tribal del que algún día nos acabaremos desprendiendo. De hecho, El Mercado se ha adelantado a la Ciudadanía en ese aspecto. Una vez más hemos dejado que el dinero nos arranque un fundamento.

Cuanto más divididos estemos, más diferente nos creeremos, más enemigos encontraremos. Y eso no quiere decir que me agrade un país más grande, si no que no contemplo las fronteras. Que España, que no es más que un nombre y un territorio que han ido cambiando con el transcurrir de la historia, representa para mí lo mismo que el carnet de identidad, un trámite burocrático sin ningun atributo humano. Los organismos de gestión sí me afectan, porque desde ellos se deciden las apuestas de futuro. Quiero invertir más y mejor en energía, que se investigue al respecto, que se avance, para que todos podamos tener agua potable, caliente, corriente, electricidad ilimitada, energía limpia, barata y respetuosa con el medio ambiente. Y dudo que alguien preocupado en sonarse los mocos con su bandera, en insultar al prójimo, en hacese pajas oyendo su himno nacional, esté racionalmente capacitado para llevar a cabo una labor inteligente en la gestión sobre esos asuntos. La prueba está en que desde su idea de nación, todavía no hay una propuesta novedosa y humanitaria, que yo seguiría sin importarme la lengua en la que esté formulada.

El fútbol es un deporte respetable, como lo son todos los demás, pero hoy en día es uno de los más grandes instrumentos de estupidización, un negocio fraudulento, de estética mediocre, de valores dudosos, y que representa el mayor engaño desde el que nos utilizan para el negocio de la guerra, y en sustitución, del merchandising.

Hay dos frases anarquistas cuya simplicidad me enamora:
Un patriota, un idiota
Ni fronteras ni banderas

Lógica vulcana.