viernes, 9 de marzo de 2012

La Chistera

Todo esto es muy complicado, mucho más, intuyo, de lo que puede parecer si lo agarro sólo de la puntita. Si tiro del pañuelo entero, sale otro anudado detrás, y luego otro, y más, cada uno de un color distinto y allá al final no veo aún la chistera.
Los pañuelicos de hoy son:
-Un pañuelo azul: El tema de las monarquías y la aristocracia, restos de pasadismo, que actualmente sólo tienen interés como atracción turística. Estas famílias, como hacen muchas otras, tienen algo que vender y que ofrecer al mercado sin necesidad de nutrirse de las arcas públicas o,  lo que es lo mismo, del dinero directo del ente no-privado, o sea, de la población. No es necesaria ninguna guillotina si no sentido común y una idea que nos complazca más o menos a todos. El negocio generado alrededor de estas famílias no va a detenerse dentro de este capitalismo atontolinante, pero el dinero que viene de los impuestos (lo que todo quisqui pone para que la cosa rule) que se supone que todo el mundo paga (que en realidad pagamos los pobres, porque los ricos los evaden) no tiene porqué alimentar mejor a una família que a otra. Ya lo dice el simpático Rey Juan Carlos que lo mismo se adapta a una cosa que a otra: La Justicia es igual para todos.
Anudado detrás, un pañuelo rosa:
 -La Tele: Aunque creo que su presencia diminuirá en los próximos años debido a la Red y a los Videojuegos, sigue teniendo un poder desmesurado sobre nuestra sociedad. El grandísimo negocio que ha generado hasta hoy la caja tonta, ha favorecido una televisión en manos de unos pocos grupos privados, muy horteras, muy politizados y sobre todo muy mercantilizados. A la suma, ofreciendo contenidos aburridos y manipulados que no convencen a las nuevas generaciones ni a la gente que creció con una programación mucho más experimental y cultural. La televisión es un medio maravilloso con cantidad de posibilidades chulísimas para la gente interesada en el arte y en la comunicación visual. Sin embargo, este medio hoy en día pertenece en exclusiva al ámbito del periodismo (del rosa al amarillo), ya no hay cabida para la música, las ciencias, las artes visuales, el teatro, la literatura o cualquier otra área creativa. La tele se ha transformado en un código repetitivo que prioriza la manipulación ideológica enfocada a vender productos y a captar votos.

Tiro un poquito más y varios pañuelos salen todos de golpe. Tengo en la mano uno nuevo que me cuenta, que detrás de todo, de todo, de todo, podría haber la sospecha de que estamos pasando de una era a otra. Parece que hemos nacido en plena transformación social planetaria. Y eso no creo que vaya a derivar en algo demasiado concreto en los próximos meses. Para impacientes, la cosa está chunga. Será cuestión de maravillarse con los pequeños cambios que se sucedan alrededor y cruzar los dedos para que la tendencia general esté inspirada por una mayor comprensión del género humano y de nuestras necesidades cambiantes. El futuro se va haciendo cada día, minuto a minuto, y cada ser humano diseña un pixel de la imagen conjunta. Está claro que arrastramos costumbres, ideas, mecanismos, estructuras, que ya no nos sirven, que hacen que nos inquietemos, que incomodan, que ya no encajan. Los que hasta ahora han pillado cacho a lo grande se perpetúan en famílias (carnales o empresariales) y su poder económico es tal que son capaces de mover masas humanas a su favor. Pero en el fondo todo el mundo es capaz de reconocer cosas básicas,  por ejemplo que el planeta es importante para nuestra supervivencia, sin mucha discusión. Si partimos de lo básico podremos tejer la nueva fórmula.

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