lunes, 20 de junio de 2011

PUBLICIDAD Y COCHES

Muchos publicistas se están aprovechando, o eso intentan, del espíritu inconformista de estos días. Me río mucho con ellos. Me imagino al pijol'haba de turno vendiendo el eslógan a la empresa. Igual creen que usando frases "guays" van a vender más coches contaminantes. Deberían estar "canalizando sus energías" (la frase favorita de comentaristas y opinadores respecto al movimiento ciudadano) e invirtiendo el dinero en la fabricación de coches eléctricos y asequibles. Ayer mi amigo Groovycosta me regaló una bonita imagen: en las grandes ciudades, coches eléctricos disponibles a modo de Bicing. El petróleo está démodé.
Las grandes empresas deberían dedicarse a crear productos duraderos y beneficiosos para la humanidad, en vez de sangrar al prójimo. Deberían desarrollar un sistema de producción sano en todos los sentidos.

jueves, 16 de junio de 2011

Más reflexiones: TV

Mucho más interesante y decisivo que el fútbol, es el debate en la calle sobre el efecto de las manifestaciones espontáneas de la ciudadanía este último mes en Barcelona. Cualquiera: el borrachín del bar de la esquina, el guiri residente, la estudiante universitaria con coche y tarjeta de crédito, el ama de casa atareada, el okupa con rastas, la activista radical, el quiosquero taciturno, la farmacéutica atenta, la dependienta aburrida, las barrenderas cachondas, el músico importante, el personal cabreado de enfermería, la teleoperadora borde, el currante entre semana cocainómano el finde, el quemado personal de magisterio, el taxista bocazas, la peluquera fashion, el chaval inmigrante, los adolescentes súperhormonados, el listillo que leyó una vez a Debord y a Nietzsche, el jardinero indepe, el camello del barrio, el antisistema que vive en casa de sus padres, la progresía de andar por casa, los millones de parados, la pijita pizpireta, la feminista creyente, el tímido hacker, la demócrata convencida, el histérico forofo del Barsa, las chicas que buscan novio, el fan de Lady Caca, el tipo raro del herbolario, los enfermos de Urgencias, el camarero cachas, los currantes de las fábricas, el artista vanguardista y el friki de los O.V.N.I.S, si se me permite tal escalerilla de tópicos, cualquiera, digo, ESTÁ OPINANDO POR DOQUIER, COMPARTIENDO SUS IDEAS CON QUIEN TENGA A MANO, VOMITANDO SUS ANGUSTIAS EN LA RED, MOVIENDO SU CUERPO HACIA LAS MANIFESTACIONES Y ESTRUJÁNDOSE LA SESERA PARA COMPRENDER, ASIMILAR Y VISLUMBRAR. Con estos gestos cada uno está despojándose de su supuesto estatus social y su fluctuante identidad para unirse a un común mayor que sí mismo. 
Los únicos grupos de personas que no están haciendo el esfuerzo de comprender, asimilar y vislumbrar, haciendo caso omiso a la llamada de la evolución (es una broooma) son políticos, periodistas, empresarios y, detrás de ellos, la policía. La gente dedicada, que cobra un sueldo y todo, a la gestión política de la población, encerrada en su burbuja de lameculos, untadores y chanchulleros, y en el mejor de los casos, atado sentimentalmente a un pasado que empieza a ser un lastre, se cierra en banda a las demandas de la ciudadanía. El mejor ejemplo lo tenemos en los recientes acontecimientos en el Parlament de Catalunya, en Barcelona. La respuesta a la exigencia de la población sobre la transparencia de las cuentas públicas y la devolución inmediata de la dignidad a la sanidad y a la educación, entre otras cosas, es lanzar a la policía para proteger sus culos de la masa que les paga a todos el sueldo que cobran y hacer después un alegato ridículo y ofensivo, que de paso despiesta del tema de los recortes, amparándose en el victimismo para justificar un comportamiento violento (en cuanto a que directamente VIOLA derechos básicos del ser humano) e indigno como la genial idea de sacar dinero de la educación y la sanidad, algo inadmisible en una sociedad moderna y consciente de sí misma. Todo suena bastante vergonzoso y podríamos interpretarlo como una pataleta infantil de adultos que intentan mantener a toda costa su estátus en vez de ejercer su posición de responsabilidad con la que se comprometieron a atender las demandas de la ciudadanía. También de los que no votamos. Porque una cosa es que yo no me sienta representada por ningún partido y la otra que no tenga derecho a opinar sobre, por ejemplo, un sistema de atención sanitaria que contribuyo a pagar con parte de mi sueldo y al que debo tener acceso como ser humano.
En una burbuja parecida flota el periodismo oficial, que lleva años chapoteando desde la aparición de Internet, a través de la cual personas sin preparación universitaria son capaces de expresarse mejor y con más originalidad que cualquier firmanotasdeprensa de un periódico. Y es que la comunicación está en la cresta de la ola, es el campo de batalla, es la máxima representación de la mutación mental de la que todos estamos siendo partícipes. Cada vez se hace más evidente, palpable, patente, que la prensa escrita, la radio y la televisión comerciales están al servicio de poderes económicos y políticos que nada tienen que ver con el entretenimiento y la información veraz. Y me refiero a las líneas editoriales que vienen marcadas, a los que cortan el bacalao, y no al reportero que cubre los eventos concretos, o al humorista, o a los actores y actrices de las series, a los que invito a invertir su tiempo y energía en proyectos más interesantes, a abandonar sus puestos si es que aman su profesión, a participar en los medios de comunicación ciudadanos (radios libres, televisiones alegales y blogs en la red) para permitirse el lujo de ejercer su profesión con libertad. Porque, ¿para qué demonios queremos o necesitamos una televisión pública? El dineral que cuesta tal vez estaría mejor invertido en transporte gratuíto, mejoras en la sanidad o la construcción de estructuras generadoras de energías renovables, eternas y a la larga gratuítas. Pero, claro, es muchísimo más productivo para unos pocos tener a la gente abducida por la tele: contagiando sentimientos absurdos de nacionalismos postizos mediante la exaltación del fútbol, seleccionando la información emitida según la conveniencia del partido que toque o la empresa que pague, vendiéndonos productos que no necesitamos, y, en general, manteniendo la idiotez detrás de la línea roja, esa que nos separa a nosotros, la masa consumista, de ellos, los señores y señoras con nombre y apellido, estrellas POP de la política, esos que se creen intocables.

¿Dónde está la sabiduría activa?

Los días pasan y la situación se complica, se vuelve densa y aparece en toda su diversidad, en cada nodo se enciende una bombilla, toda persona con un mínimo interés por lo que ocurre a su alrededor se da cuenta de la dificultad que el entramado representa. ¿Cómo un ser humano del montón, con un trabajo precario, si lo tiene, una vivienda que se lleva más de la mitad de su salario y unos conocimientos básicos, puede imaginar una respuesta inteligente y práctica a los abusos de poder que se están sucediendo?...¿y por qué desde la prensa y el poder político, sorprendidos ante la repentina expresión popular, se nos devuelve la pelota recriminando a la ciudadanía mosqueada la falta de propuestas y la, supuesta,  errónea canalización de la energía de un movimiento ciudadano al que necesitan imperiosamente bautizar? Está claro que como mínimo nos están tomando el pelo, o eso intuyo yo.
Escribo desde Barcelona, donde la calle emite día y noche un zumbido formado por muchas voces. Cada persona se esfuerza en entender qué es lo que está pasando y en definir una postura propia. Personalmente, estoy maravillada con ese heroico intento de sobrepasar las propias limitaciones para encontrar alguna solución, mientras economistas, filósofos, políticos, ideólogos, intelectuales, escritores, científicos, salvo alguna honrosa excepción, parecen ni siquiera existir. El humano de a pie, el currante, el que gana 1000 euritos al mes, si los gana, el que paga impuestos que le arrasan el sueldo, el que se queda de vacaciones en la urbe, en cambio, está utilizando su mente para dar con alguna respuesta a un sistema que sólo funciona para las minorías de la élite económica, porque le preocupa la vivienda y el trabajo, pero también la sanidad pública, los medios de comunicación y transporte, las energías, la estructura económica del planeta, la educación de los cachorros humanos, la repartición de la riqueza en el mundo y la organización general de la sociedad. Pensando en sí mismo y en el bien común, mientras unos pocos, con más medios, más preparación y más herramientas de incidencia, parece que en vez de la sesera se estén rascando otras partes del cuerpo ¿No hay aquí una ecuación que no furula?

miércoles, 1 de junio de 2011

Estética antisistema

Me quejé del sistema asambleario y de toda esa parafernalia setentera que encontramos en la Plaza Catalunya porque es la que está de moda en casi todos los lugares más o menos alternativos a los que mi inquietud me ha llevado. Sin encontrar, por cierto, a penas nada novedoso que llevarme al cuerpo, aunque sí a gentes trabajadoras y bastante creativas. Lo cual no me ha impedido seguir colaborando con esas causas cuando me apetece, y continuar en otra parte, más individualista, con mi personal búsqueda de la clave del futuro de la raza humana.
Ser crítica con los movimientos politicoculturales urbanos de distintos calibres no quiere decir que no valore algunas de sus ideas y aportaciones, ni muchísimo menos. Aunque preferiría, claro está, menos nacionalismos y menos pasadismos y más apuestas nuevas de cara al mañana. Pero es ya una vieja discusión entre nosotros.

Creo que es muy interesante que la gente "normal": pijos, modernillos, pseudoprogrespijos, estudiantes, famílias, jubilados, quieroynopuedo, adolescentes y en fin, todo el mundo (excepto los niños, que ya tendrán tiempo de pensar por sí mismos y no sé qué pintan con un micro en la mano como si fueran marionetas de sus padres) se acerque a esta otra manera de organizarse. Algunas cosas pueden ser muy útiles para entenderse con el vecindario o en pequeños grupos, y sobre todo este encuentro ha fomentado el debate y la reflexión, siempre y para todo, recursos muy prácticos.

Yo prefiero, estéticamente, muchísimo antes a un Punk que a un Kumba, a un Cyborg que a un progre, pero no sólo va de vestimenta ya que esta es solamente un lenguaje no verbal que nos ayuda a definirnos frente a los demás, si no por lo que, en apariencia por lo menos, implica de actitud.  Para esa gente recién llegada que se sorprende de encontrarse a tantas pintas unidas, que nunca habían visto antes porque nunca habían ido a un Centro Social Okupado, por ejemplo, deciros que punks, kumbas, progres, hippys, etc, llevan años, cada uno a su manera, generaciones, poniendo en duda este sistema económico y político que tanto te estremece a tí ahora.