sábado, 28 de mayo de 2011

Breves

Ayer, brutal  intento de desalojo de la Plaza Catalunya con la excusa del fútbol. Un gran cartel, enorme, con los caretos de algunos de los jugadores del FB Barcelona presidía la plaza, porque el fútbol UNE. Una masa de gente de todas las edades, gustos, ideologías y tamaños de cuenta corriente, se siente, cuando toca, unida por un sentimiento común: la idiotez.
Vistamos, pues, el uniforme del equipo de nuestra ciudad y alcemos las banderas. Detrás de sus colores: dinero, dinero y más dinero. Aplausos para el sistema. Vítores y reconocimiento. Desde luego, lo merecen, es uno de los artilúgios para tener a la masa domesticada más útiles que jamás hayan existido.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Barcelona Waiting Point

Estos días Barcelona está moviéndose. Es muy interesante el debate que se ha generado, y es muy estimulante escuchar las ideas y pensamientos de los demás, y compartir sensaciones. Así es como mantengo la esperanza viva, como una brasa candente que algún día, si no se apaga, devendrá una llama.
Los bandidos que usan la democracia como excusa para saquear ya no están ocultos. Sus miserias, manipulaciones y abusos de poder están a la vista. Tarde o temprano el sentido común los desterrará.
Las setas pensantes siguen abonando su culo con tierra de asfalto, cultivando pepinos en el suelo común, escuchando sin perder coma el onanismo verbal de algunos profes de la Uni, mostrando en público lo que antes sucedía en el underground, las profundas diferencias que hay entre el activismo tópico y el utópico, revelando las subtramas de la oposición al poder. Tarde o temprano el sentido común asentará las bases de una alternativa real que mire al futuro.
Es cuestión de seguir andando sin perder un minuto más y esperar que el tiempo haga su obra.

domingo, 22 de mayo de 2011

Busco en la basura algo nuevo

Internet es una herramienta aún más potente de lo que imaginaba. La Red es un lugar fantástico para el debate y el intercambio de ideas, y perfectamente compatible con el debate en las calles. Estoy orgullosa y contenta de la capacidad humana de comunicación. Somos un animal sorprendente.
Me he quejado como una posesa y claro, ahora me piden que dé soluciones. Pobre de mí, como si no me costara bastante esfuerzo mantener los ojos abiertos. Y sin estudios, sin tele, ¿yo que voy a poder aportar?...pero como tengo una lengua hiperactiva y una imaginación demasiado pizpireta, me he puesto manos a la obra, a ver qué encuentro. Voy a dar palos de ciega, voy a escupir todas las tonterías que se me pasen por la cabeza, a ver si por intuición y ciencia infusa le doy a la piñata. Ya digo de antemano que no me veo capaz intelectualmente de aportar nada realmente efectivo y lo que me gustaría es que me mandárais aquí en los comentarios, en el facebú o en el twitter las frases, las ideas, más interesantes que hayáis oído estos días, en la Red, en las plazas, en las charlas en vuestros círculos, a ver si logramos así definir alguna forma concreta. 
A mí solamente se me ha ocurrido que el impacto más inmediato ha sido el uso de Internet. La herramienta se ha desplegado y nos ofrece recursos muy interesantes. Internet debería ser gratuíto y estar instalado en todos los hogares. No sé, antes retransmitían los debates en el Parlamento por la tele, ¿por qué no dejar de poner todo el peso en el voto y hacer más partícipe a la ciudadanía de las decisiones sobre temas que nos afectan?...la Sanidad pública jamás se hubiera visto maltratada si nos hubieran pedido opinión. Observo que la mayoría está a favor de la democracia, pues si es ese el sistema que os mola, EXIGID MÁS PARTICIPACIÓN. Creo que la transformación hacia un sistema más justo podría pasar por una ampliación hacia la ciudadanía, y si somos responsables y mantenemos siempre la idea del bien común por encima del personal igual funciona. Suena utópico, ¿eh? Puede que la utopía no sea una organización efectiva, si no la confianza en que el ser humano, que cada individuo sea capaz de pensar, y sentir, más allá de su ombligo.
Vamos, explicadme vuestras propuestas, aunque suenen extrañas, locas, suicidas, ingenuas, maquiavélicas, frikis, a ver si encontramos un hilo.
Gracias :)






sábado, 21 de mayo de 2011

Revolución en el retrovisor

Ayer me personé en la Plaza Catalunya. No lo hice por solidaridad, si no por curiosidad. No es que no esté de acuerdo en juntar fuerzas para aplacar la avaricia de los poderosos, lo estoy totalmente y me ilusiona que por fin la ciudadanía despierte. Pero cuando se lleva tanto tiempo boqueando aquí y allá, una ya no siente la necesidad de gritar en grupo porque ya ha aprendido a hacerlo sola. Seducida, sin embargo, por el enorme eco de la acampada en la Red, cosa que he ayudado a promover en mi modesta medida, bajé el glamuroso Passeig de Gràcia a pie y me asomé a Catalunya con la esperanza de encontrar algo excitante.
La Plaza estaba abarrotá. Pero enseguida tuve una sensación de deja-vu, unida al desagradable nerviosismo que me ataca cuando me encuentro en medio de cualquier aglomeración de humanos, no puedo soportar las multitudes. La Plaza estaba a rebosar de personas de todas las edades, tipologías y guardarropas, aunque la tendencia estética mayoritaria, tengo que decirlo, estaba más cerca de trentañeros de ambos sexos de raza blanca con vestuario más o menos pijikumba. La decoración manufacturada tenía su gracia, más que nada por la aparición de pancartas ci-fi, desde una de corte místico que abogaba por la Nación Humana hasta otras que proponían Resetear el Sistema, que tanto gustaron a mi amigo Ángel. Y la mejor noticia fue la ausencia total de camisetas y banderas impresas con el careto del manoseado Ernesto Che Guevara o con los logos de las tendencias políticas habituales en los follones callejeros, las de sindicatos, etc. Felicitaciones a los grupos independentistas que, con elegancia, supieron ceder protagonismo, algo realmente extraordinario, al sentir general de protesta por encima de sus intereses. Y esa es toda la novedad que presencié.
A partir de ahí, todo muy retro y setentero, y con orgullo, oiga. En los actos del día, a los que no asistí porque estaba currando, los mismos tipos que suelen hablar en las manis y encuentros "alternativos", personajes a los que, además, ya entrevisté en mis tiempos de radio libre y cuyo discurso, que es muy interesante, no me entiendan mal, está carente de entusiasmo terrícola y futurista, que es lo que yo busco. Los profes de universidad me la rempaminflan bastante. Lo cual no quiere decir que no tengan algo majo que aportar, como cualquier ser humano que haya dedicado parte de su tiempo a reflexionar sobre la estructura de la sociedad. Pero, no sé, todo muy Mayo del 68, muy pasadista. Sigamos.
Las dos únicas anécdotas a remarcar, por lo menos antes de que decidiera coger el portante hacia mi casa:
- La Plaza Catalunya es una zona enorme flanqueada por edificios altos e imperiales coronados por grandes letreros brillantes de marcas registradas: El Corte Inglés, Fnac, BBVA, La Caixa...Uno de esos edificios, vacío y recientemente okupado ahora no recuerdo por qué causa y luego desalojado por las fuerzas policiales, está actualmente tapado por una gran valla publicitaria de una marca de coche, un anuncio que protagoniza un tierno bebé de gorila, creo. Me pareció graciosa la metáfora, toda esa plaza llenita de humanos y ese primate mirándonos desde lo alto. De repente, esa valla publicitaria fue secuestrada por unas personas vestidas de negro, que la agujerearon desde atrás, justo recortando la carita del mono, para destapar una pintada en la fachada que rezaba: "Su democracia es nuestra muerte"...o algo así, es que las letras eran pequeñas, . Hubo un momento de acojone. Yo ya estaba acojonada porque no dejaban de venirme pensamientos de muerte en avalancha (¿he dicho ya que no soporto las aglomeraciones?) Hubo silencio, y comentarios sueltos de protesta, incluso una kumba pilló el megáfono y con voz melíflua lanzó unos grititos a favor de la democracia. Por lo visto no hizo mucha gracia esa acción, supongo que las dos megabengalas que adornaban el eslógan daban algo de miedito, el fuego es poderoso. Pero yo me pregunto, ¿entonces a qué vienen las caretas de V de Vendetta?...¿o es que nadie ha leído el cómic o ha visto la peli?...tampoco hace falta llegar a esos extremos, pero un poco de acción siempre es estimulante. Al fin y al cabo, la burbuja de Plaza Catalunya está rodeada de símbolos del capitalismo más agresivo, y es puro terrorismo visual.
- Después de una larga cacerolada, de más de una hora de duración, unas personas se apropiaron del megáfono y nos dieron instrucciones. Teníamos que sentarnos, que eso se agradecía, y, ¡Dioses del Olimpo!, hacer una asamblea...Casi vomito...¿era necesario?...Imagino que la gente que ha empezado la acampada proviene de grupúsculos que se organizan así, y han  querido, con buena intención, compartirlo con todos los asistentes que han ido espontáneamente uniéndose al evento. Pero no hacía falta, de verdad, gracias. Lo siento, es que varios años de sobredosis asamblearia me han causado rechazo. Aunque pienso que el sistema asambleario y de comisiones (ecs, qué palabra) puede ser de utilidad para organizarse, no es el que yo prefiero, ni el que considero más recomendable como para andar mostrándolo en público. Un asamblea tiene la apariencia de horizontal. En teoría todo el mundo puede opinar, en orden y pidiendo tanda, eso sí, y las decisiones se toman en común. Por lo que se acaba haciendo lo que quiera la mayoría aunque sea una somera estupidez. Sí, así de claro. La dictadura de la mayoría tampoco me mola. A veces la mayoría acierta, y otras muchas la mayoría no es más que una masa de borregos siguiendo la última moda. Además, como en cualquier reunión humana, en la asamblea se montan subgrupos que juchas veces acaparan la toma de decisiones y manipulan al resto y yo me aburro. En cuanto olí la asamblea gigante, me fui corriendo de ahí, a mi casa, a reflexionar solita, como hago siempre.

Volví pues de esta revolución casera que se ha ido contagiando al resto del planeta, cosa que me parece sensacional, con una decepción y una esperanza. Me decepciona la total y absoluta falta de ideas nuevas. Me esperanza que por lo menos la ciudadanía intuya de lejos que algo no funcione y haga alguna cosita.

Pero yo, si me permiten, esta vez me voy a quedar en casa. Apoyo con todas mis fuerzas la unión terrícola frente a la corrupción, las mafias, la avaricia y la opresión de la clase política y la empresarial. Estoy en contra de este sistema económico. Estoy a favor de un planeta mejor repartido, abundancia para cada individuo. Pero me aburre, estética e intelectualmente, el revival de los setenta que está más visto que el TBO y que ya no aporta nada de nada. Si vamos al 68, yo prefiero la Space Age. Pero sigo prefiriendo ir hacia el futuro.Y como en el presente no encuentro soluciones que me parezcan prácticas y lógicas, sigo haciendo lo que siempre he hecho: expresar mi opinión y no entrar en el juego. Ni soy demócrata ni asamblearia, soy un ser humano y me preocupa la justicia y el planeta. Cuando decidan cambiar las cosas de verdad, avísenme y veremos. Gracias.


"...
—Pero... Profesor, ¿cuáles son sus creencias políticas?
—Soy un anarquista racional.
—No conozco esa categoría. Anarquista individualista, anarquista comunista, anarquista cristiano, anarquista filosófico, sindicalista, libertario... todas esas las conozco. ¿Qué es anarquista racional?
—Es el que cree que conceptos tales como «estado», «sociedad» y «gobierno» no tienen existencia salvo como ejemplarización física en los actos de individuos autorresponsables. Cree que es imposible compartir el pecado, atribuir responsabilidades, ya que el pecado y la responsabilidad se producen en el interior de los seres humanos individualizados y en ninguna otra parte. Pero, siendo racional, sabe que no todos los individuos se atienen a sus principios, de modo que trata de vivir perfectamente en un mundo imperfecto... convencido de que su esfuerzo no será perfecto, pero sin dejarse desalentar por ese convencimiento.
—Profesor—dijo Wyoh—, sus palabras suenan bien pero hay algo resbaladizo en ellas. Demasiado poder en manos de individuos... Seguramente que a usted no le gustaría que las bombas H, por ejemplo, fueran controladas por una persona irresponsable.
—Yo creo que una persona es responsable. Siempre. Si existen las bombas H (y sabemos que existen), algún hombre las controla. En términos de moral, no existe lo que se llama «estado». Sólo hombres. Individuos. Cada uno de ellos responsable de sus propios actos.
—¿Alguien necesita otro trago?—pregunté.
Nada acaba más aprisa con el alcohol que una discusión política. Encargué otra botella.
..."

"...
—Profesor, no acabo de entenderle. No insisto en que lo llame usted «gobierno»: lo único que quiero es que exponga qué normas cree necesarias para asegurar una libertad igual para todos.
—Querida señorita, acepto alegremente sus normas.
—¡Pero usted no parece desear ninguna norma!
—Es cierto. Pero aceptaré cualquier norma que usted considere necesaria para su libertad. Yo soy libre, al margen de las normas que me rodean. Si las encuentro soportables, las soporto; si me parecen detestables, las quebranto. Soy libre porque sé que sólo yo soy moralmente responsable de todo lo que haga.
—¿No respetaría usted una ley que la mayoría considerase necesaria?
—Dígame de qué ley se trata, querida, y le diré si la obedeceré.













martes, 17 de mayo de 2011

YES, WE CAN'T

A riesgo de que ustedes calculen mi edad, y ya les digo que no los aparento, les diré que yo nací y Franco la palmó. Mi generación nació con la democracia, de manera que cuando tuvimos edad de votar la democracia no era un sistema organizativo si no algo que venía a esconder un miedo feroz al pasado, un bastión, algo sagrado. El pestazo de la guerra civil aún se olía en los hogares. Hermanos muertos en manos los unos de los otros, infancia perdida, hambre, miseria, sangre, muerte y todos los horrores de una guerra. Y luego llegó la democracia con aires de libertad. Y todo el mundo mordió el anzuelo, porque seguro que era mejor que estar en manos de un enano mafioso. Pero este país perdió una guerra y se comió la dictadura con la boca abierta; la democracia comenzó a tener cuerpo cuando Franco estaba moribundo. Nadie derrocó al dictador. Simplemente no había otro para sustituirlo y se buscó la mejor manera de continuar organizando el país, una vez muerta, y bien muerta, la República, que ha sido la verdadera víctima de todo este proceso. Yo me perdí, por suerte, una guerra sangrienta y era demasiado pequeña para opinar durante la construcción de esta democracia monárquica que se sacaron de la manga. Ahora ya no soy una niña y puedo pensar y opinar y darme cuenta, con mayor o menor acierto, de cómo funciona el mundo que me rodea. Puedo empatizar con la lucha de los humanos que pisaron antes que yo este suelo, pero mi empatía no alcanza para sentirme uno de ellos. Yo estoy aquí y ahora y me preocupa el futuro de la humanidad, no su pasado. Así que no me sirve el discurso de la Democracia como una victoria a defender y a mantener. Con esto quiero decir, hablando en plata, que poco más o menos me la suda la idea progre de la Democracia como Santa. Y menos cuando esa maravillosa democracia, o mejor dicho, las personas que están al frente, en las que delegamos, están claramente al servicio de empresas, están al servicio del dinero y no del pueblo, que es lo que debería de ser según su estricta definición. O sea yo percibo que esa gente que cobra un sueldazo y tiene un montón de privilegios me toma el pelo. Y no pienso consentir.
Si la Democracia es, de acuerdo común, la mejor manera de organizarnos que se nos ha ocurrido y mientras nadie invente otra mejor, que seguro que la hay, yo estoy de acuerdo. Mientras se mantengan unas premisas básicas, lo estoy, vamos. Y esas premisas básicas, en mi opinión, son las que afectan a cada individuo de igual manera, esto es: salud, vivienda, trabajo, conocimiento y mantenimiento del entorno. Si eso está en su sitio, todo lo demás se puede hablar. Miro a mi alrededor y lo primero que veo son recortes sanitarios con la excusa de la crisis. Y yo pienso que podrían recortarse ellos algún órgano que no usen, ¿me explico? Quitar dinero del sistema sanitario antes de bajar sus sueldos, prescindir de lujos o apretar a las grandes empresas, es casi un crimen contra la población. Con eso ya deberíamos tener bastante. Pero hay más. Las viviendas son caras y de mala calidad. Se nos anima a comprarnos pisos a precios desorbitados para mantener un sistema que cada dos por tres hace aguas. El trabajo escasea y está mal pagado. Y encima me salen con una Ley que favorece las mafias culturales y la retención del conocimiento. Y para colmo nadie, en ningún país, hace nada por generar energías alternativas al petróleo, que es contaminante, es efímero y está en manos de locos fanáticos que se pelean entre sí.
Oigan, yo me veo incapaz de votar en estas condiciones. ¿A quién voto?...si todos son iguales, el mismo perro con distinto collar. A estas alturas serían más honestos si nos dijeran lo que realmente votamos, a qué empresas, a qué famílias, a qué marcas y así podríamos elegir quién nos estruja realmente.
Yo no voto porque me da náuseas y una pena tremenda que el ser humano no sea capaz de mirar más allá de sus narices. Yo no voto a mafias, no voto a empresas, no voto al dinero. Votaría, si es la manera de organizarse,  a la gestión. Y para eso, desde mi punto de vista, no se necesita tanta campaña circense con frases de anuncio de dentífricos, ni estrellas del pop con corbata. Para dar mi voto necesito saber que esos gestores en los que confiamos nuestra organización son conscientes de lo que somos y de donde estamos. Somos seres humanos, una especie única que sepamos, y estamos encerrados en un hermoso planeta, único que sepamos. O empezamos a pensar en términos de humanidad y planeta, o esto se va a la mierda en dos telediarios.
Yo no voto porque el papelito en el que marco una cruz ya no significa, si alguna vez ha sido así, que me inclino por una manera de hacer las cosas, si no que es una moneda, una ficha del Monopoly, que da poder a unos u a otros, que apoya no unas ideas si no unas determinadas asociaciones previas entre empresas, religiones, familias que desean mantener su estatus a costa de la población general.
No voto porque soy un ser humano libre y hago lo que creo mejor y más acertado, y empleo la abstención como modo de protesta, porque eso de que si no votas pierdes el derecho a opinar o a quejarte es una falacia y está demodé. No voto porque yo no sé jugar a este juego. No voto porque no me parece que eso de sentido a mi vida. No voto porque nadie me representa.
Es así de triste.

Un sistema de sanidad digno y eficiente.
Viviendas asequibles, cómodas y duraderas.
Energías renovables, gratuitas y eternas.
Trabajo agradable, bien remunerado y útil.
Acceso al conocimiento sin barreras de ningún tipo.
Para toda la humanidad.

O eso, o nada.
Si quieren mi voto, tendrán que empezar a trabajar en ese sentido.



miércoles, 4 de mayo de 2011

Identidad Nacional (fábula)


Imaginemos que por fin tenemos una base espacial instalada en la Luna o en cualquier otro lugar que no sea la Tierra y hemos enviado ahí a unos cuantos seres humanos para que investiguen. Estas personas habrían sido elegidas por sus habilidades y conocimientos, nunca por su nacionalidad, su ideología política o sus lazos de sangre. Unas semanas después de vivir alejados del planeta de origen, la Tierra, seguramente empezarían a sufrir esa encantadora enfermedad maravillosamente bautizada por los habitantes gallegos llamada “morriña”, es decir, empezarían a añorar sobre todo el clima terrícola, a sus amigos y familiares y a las pequeñas cosas de la vida que nos unen a la realidad. Para compensar la morriña, la gente de la base espacial comenzaría, lo más seguro, por recuperar costumbres que pudieran practicarse allí. Por ejemplo, alguno se habría traído una bandera de un equipo, la foto de su mamá, un dado de la suerte que le regaló su mejor amigo y unas cuantas revistas de hembras de la especie en posiciones más o menos eróticas. Y otra se habría llevado otra bandera distinta de otro equipo, la foto de sus hermanas, unas bragas que le dan suerte, y un póster de Brad Pitt. En las cenas en común, alguien abriría una botellita de alcohol casero, y otro compartiría una tarta típica. Hablarían de sus distintas costumbres y, la mayoría, intentaría agarrarse a ellas para reafirmar su identidad frente a los otros. Pasados unos meses, o quizás unos pocos años, los más débiles habrían forrado literalmente las paredes de su habitáculo con fotos de su país natal y de su familia, mascullaría palabrotas en su idioma materno, rechazaría platos de otra cultura gastronómica y al final acabaría pidiendo a gritos que le regresaran a La Tierra. El resto, habría intercambiado costumbres locales hasta no saber si el mecánico irlandés que insulta en italiano es en realidad ruso porque se ha aficionado al vodka o la científica israelí que está aprendiendo japonés no esconde una española dentro porque devora el chorizo que da gusto, o el astronauta norteamericano se ha vuelto europeo a fuerza de leer filosofía y ver películas francesas, o si la bióloga japonesa, que es la que mejor prepara las pizzas, no tendría orígenes sudamericanos porque está aprendiendo a bailar tango, bien amarradita, por cierto, al médico argentino que disfruta con la comida china. Al cabo de unos años más, las identidades nacionales habrían desaparecido para dar paso a las comunes. Seguramente todo este grupo habría establecido unas bases mínimas según los criterios en común. Por ejemplo, habrían decidido comer pizzas todos los martes por la noche, emborracharse los viernes, insultar en alemán, barrer los jueves por turnos y formar tríos, en vez de parejas, porque son pocos y la soledad lunar provoca amor triangular. Pasadas unas cuantas decenas de años más, la selenita de origen japonés habrá tenido un par de bebés de padre escocés y marroquí respectivamente, la selenita de origen colombiano estaría embarazada del cocinero napolitano, etc. Los bebés serían selenitas. Y adquirirían las costumbres locales de barrer los jueves e insultar en alemán. Pero con el tiempo, el chorizo habría pasado de moda y un tipo de tomate transgénico cultivado en el huerto lunar sería la delicia de todos. Y seguirían teniendo en común lo mismo que con sus padres y madres y el resto de habitantes de la Base y lo mismo que con los Terrícolas: la especie.
Aunque el vodka sea divertido, insultar en alemán sea efectivo y el tango tenga su punto, ya no son peculiaridades, como el resto de chorradas prescindibles o por lo menos intercambiables, que pertenezcan en exclusiva a los habitantes de un pedacito de la Tierra. Ahora forman parte de la cultura cotidiana general de toda la Base y han dejado de ser características únicas para ser colectivas y en constante mutación. Es lo que pasa cuando ya no hay fronteras ni físicas ni mentales. Váyanse acostumbrando. Ustedes son habitantes de La Tierra y hablan el idioma materno pero usan expresiones extranjeras en sus conversaciones diarias, mezclan su dieta local con manjares que provienen de puntos lejanísimos a donde usted reside, etc. Una chica de Barcelona, por poner un ejemplo, se hace un bocadillo de frankfurt con pambtomàquet, va a clases de danza del vientre y de sevillanas, habla con soltura tres lenguas, viste ropa hecha en china, es súperfan de un grupo de electropop francés, aunque también, y en secreto, adora los fados, está enamorada platónicamente de Vigo Mortensen, guapísimo actor de origen norteamericano que se crió en Argentina y es de padre danés, bebe vodka hecho en Suecia, tiene amigos de todo el mundo a través de las redes sociales y, abducida por la tele, se pirra por los “Manolos”, zapatos diseñados por un canario de padre checo que estudió en Ginebra, París y Londres y reside en esta última ciudad.

Que me aspen si entiendo qué demonios es la identidad nacional.

Carl Sagan

domingo, 1 de mayo de 2011

No me gusta el fútbol, pero...


No me gusta el deporte, ni verlo, ni practicarlo. Llevo años intentando entender a mis congéneres en este sentido y he logrado comprender un par de cosas. La primera, que el ejercicio físico es fundamental para el mantenimiento del cuerpo humano. La segunda, que identificarse con un equipo es muy necesario, o eso parece, para la mayoría. Será por residuos tribales o por lo que sea, pero está claro que la gente se apunta al griterío y al sentimiento en masa.
Que haya tardado tantos años en comprender la importancia del ejercicio lo atribuyo a mi genética, o sea no lo he necesitado hasta ahora, y a la educación. “Gimnasia” era, en mis tiempos escolares, una asignatura más que puntuaba como tal. Y sigue siéndolo. Si se me hubiera explicado y guiado para asimilar que es bueno hacer un poco de gimnasia cada día, yo lo hubiera incorporado a mis costumbres. Pero el hecho de que fuera una asignatura, para mí tan pesada como matemáticas, lo convirtió en algo aburrido. Sólo la disfrutaban aquellos que entienden el deporte como una competición. Pienso que en las escuelas el mantenimiento físico y los juegos deportivos tendrían que estar contemplados como algo esencial en el desarrollo de los cachorros humanos, sin exámenes, sin puntuación, sin evaluaciones. Puro entrenamiento.
Y si he tardado tanto en comprender al público general es porque a mí el espectáculo deportivo me parece antiestético. Salvo los monos glam de las competiciones de motor y los trajes anatómicos de la natación, todo lo demás me resulta horroroso a la vista, desde los pantalones de pinza de pijazos de los golfistas, hasta los shorts blancos del tenis y qué decir del vestuario de niños de cole de curas del fútbol. Terrorismo visual. Además, mi esnobismo no me permite hacerme uno con la masa por algo tan frívolo. Esos humanos sudorosos vestidos con camisetas de pijama de rayas, luciendo banderitas y berreando por las calles me parecen zombis, no humanos. Pero a fuerza de ser compasiva, y gracias a la información recibida, al fin he logrado aprobar internamente el hecho de que mis contemporáneos todavía necesiten una identificación a gran escala con representantes del virtuosismo deportivo. Asimilo pues que es algo muy importante para la humanidad y que va a estar entre nosotros mucho tiempo. Siempre.
Aquí en Europa sin duda el Rey de los deportes es el Fútbol…(suspiro)…hasta el punto de ocupar medio informativo y muchísimas páginas en los periódicos. El fútbol es más grande que el Arte…(más suspiros)…el fútbol es casi una religión. El fútbol, con su sistema de representación local, inspira sentimientos patrióticos de pueblo contra pueblo por lo que va directamente en contra de la Terricolización que sueño. ¡Es tan anticuado y provinciano defender a un equipo por su localización en el mapa!...sin embargo, ya digo, también comprendo la emoción de la competitividad, la necesidad humana de la expresión colectiva de sentimientos, y la diversión del juego.

Voy a dejar de lado las consideraciones a cerca del gran negocio futbolero, y de cómo se usa este deporte para apartar la atención de la población sobre los problemas graves. Es así de todos modos, pero también estoy a favor de la terapia grupal. Si las cosas van mal, que lo van, por lo menos que podamos gritar un poco y desahogarnos. Seguro que toda esa gente que insulta al árbitro, llora por un penalti y se abraza encendida por un gol, es a la vez potencialmente capaz de protestar por los recortes en sanidad.

Voy a dar por sentado que el fútbol va a ser el deporte oficial terrícola, pero se podría aplicar a cualquier otro, y voy a sugerir unas cuantas ideas para que encaje, en mi opinión, en una sociedad avanzada:

-         Debería ser mixto. Es un insulto que el deporte más seguido del mundo esté jugado y manejado exclusivamente por hombres. Hay mujeres fuertes, resistentes, diestras, hábiles, y rápidas, que juegan a fútbol. Hay mujeres inteligentes, carismáticas, resolutivas y prácticas que dirigen y entrenan equipos. Es vergonzoso que a día de hoy esta realidad no haya llegado aún al deporte massmedia. Significa que mantenemos entre todos la idea de una sociedad protagonizada por el género masculino. Qué atraso y qué engaño.

-         Los equipos no deben representar a países, ciudades, o pueblos. Eso lo único que hace es acentuar unas diferencias nimias entre seres humanos y alentar un estúpido sentimiento patriótico que hasta hoy ha sido excusa de guerras. El patriotismo, válido quizás cuando éramos cuatro gatos y la Tierra un extenso terreno, ya no sirve en un mundo de las dimensiones actuales. Sabemos que es el dinero, los negocios, el petróleo, lo que en realidad genera guerras y muerte. Los equipos tampoco deberían representar a marcas corporativas, ¿has visto Rollerball?, eso sería asqueroso. Entonces, ¿cómo repartir a los humanos en equipos para asegurar la continuidad de la excitación de la competitividad?, está claro que dentro de la iconografía futbolera se necesitan unos colores para el vestuario y los banderines. Yo propongo una reorganización por estilos. Esto ya pasa, sólo hay que ver al Real Madrid y su imagen. No sé como todos son chulescos, engominados, estrellitas malcriadas, quinquipijos y niños bonitos atontolinados. Buscan un perfil. El Real Madrid debería llamarse algo como “Narciso Fútbol Club”. En este sentido, el FC Barcelona se acerca más a lo que yo entiendo por un Equipo de fútbol. La consigna general es la humildad, la discreción y el juego limpio, y, a excepción del orejudo y su novia cantante reteñida y del brutote y su novia minimodelo, los jugadores se limitan a intentar jugar bien al fútbol y dejar su vida personal, que me importa tres pimientos, al margen del juego. El Sr. Guardiola, vendido en Catalunya, por desgracia, como un héroe nacional, tiene buenas cualidades aunque nunca he entendido que les hagan ruedas de prensa. Esto es un juego, ¡un juego! y no debería ser tomado tan en serio. Los equipos podrían estar diseñados respecto a tendencias de carácter, unos más zafios, otros más elegantes. Si es que no hay más remedio que sea el fútbol, y no cualquier otro deporte, el elegido por la humanidad como deporte de masas, porque es justamente el que representa lo más atrasado de la civilización.

-         Los jugadores, y qué decir del resto del tinglado, no deberían ser millonarios. Estos pobres chavales son muy jóvenes, y si van a representar el espíritu deportivo de la humanidad, es contraproducente tratarlos como a niñitos sobreprotegidos. El deporte significa esfuerzo, cooperación, concentración y disciplina,  y si es de competición, eso se ve recompensado con la victoria. Para cumplir con estas máximas lo único que necesitan estos seres humanos especiales dotados con el grandísimo don de dominar el balón es un sitio donde entrenar, una cama donde descansar y una alimentación equilibrada. Los cochazos y las mansiones, sobran.

Y hasta aquí he podido llegar. Una hace lo que puede por proponer, que luego dicen que me quejo mucho y que no doy soluciones.